IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Marcos 1,21-28: Libres para amar

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

“Todos quedaron asombrados, de modo que se preguntaban: «¿Qué es esto? Una doctrina nueva expuesta con tanta autoridad. Hasta manda a los espíritus inmundos y le obedecen»” (Mc 1,27)

Jesús hizo milagros saltándose las leyes de la naturaleza y la fuerza del poder diabólico, así asombraba a quienes quería evangelizar para que le creyeran. Pero en ningún momento cambió la voluntad de ninguna persona. Él, que puede forzar las cosas para que cambien, no quiere forzar a nadie. Ese don que ha dado a cada uno es tan grande, que Dios prefiere que el hombre lo utilice mal y le ofenda, y se pierda para siempre, antes que privarle del gran don de la libertad.

La libertad es el instrumento con el que podemos hacer el bien, con el que podemos amar a Dios y orientar bien nuestra vida. Dios no quiere esclavos obligados; desea que los hombres le amemos voluntariamente. Para eso cada uno ha de conocer la verdad, los verdaderos bienes –no los aparentes– que enriquecen al hombre y le hacen feliz. Los Mandamientos y las Bienaventuranzas son caminos de libertad, de amor y de felicidad. El pecado es siempre una equivocación respecto al bien del hombre, y la consecuencia en el plano humano es el sentimiento de culpa y el sufrimiento. Las consecuencias en el plano sobrenatural son peores.

Jesús sorprende a sus interlocutores para que acaben asombrados y entiendan que les habla con autoridad. Él mismo va por delante y vive lo que enseña. Se trata de que el espectador acepte libremente sus palabras y le obedezca. Con este gesto de expulsar los espíritus inmundos queda claro que Jesús se opone al mal, al diablo, y eso habrán de hacer sus seguidores.

Señor Dios, que respetas tanto nuestro modo de ser y nuestra libertad, queremos escuchar tu voz, seguir tu doctrina y ponerla en práctica, sabiendo que es lo mejor para nosotros; pero sobre todo es el modo que tenemos de demostrarte nuestro amor.

Queremos obedecerte libremente y no tener otra libertad que la de amarte. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del Maligno.

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