II Domingo de Pascua, Ciclo B

Juan 20, 19-31: ¿Dónde estás?

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

“Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y la mano en  su costado, no lo creo»” (Jn 20, 24-25)

¿Dónde estaba Tomás ese día de resurrección? Por sus palabras se advierte que sí estuvo presente en la ejecución de Jesús, pero había perdido la fe en Cristo. ¿Dónde estaba ese día? Recuerda al hermano de la parábola del hijo pródigo que, mientras en la casa hacían fiesta, él no estaba allí, como quien no está en las cosas de su padre; estaba haciendo otras cosas: su trabajo, sus ilusiones, su mundo. También recuerda aquellas palabra de Yahvé nada más cometerse el pecado original: «Adán, ¿dónde estás?» Adán ya estaba en otras cosas, en un mundo distinto del de Yahvé, con miedo y con otros proyectos.

Los apóstoles acababan de recibir la visita de Jesús resucitado, y del Espíritu Santo que les había enviado, y Tomás no estaba. Se acababa de perder la alegría de la resurrección, seguía en su oscuridad, porque el que no cree camina en tinieblas, tristezas y miedos. Y Tomás es capaz de decir esa frase brutal, insultante, irreverente, de meter el dedo en los agujeros que dejaron los clavos en las manos del Maestro.

Tenemos que tener cuidado con lo que decimos, con lo que hacemos, con quien estamos. Hemos de estar en comunión, en sintonía con el Evangelio, con lo que dice el Papa. Y no perdernos reuniones en las que sí deberíamos estar, perdernos documentos que sí deberíamos leer, perder las noticias de familia que deberíamos conocer y vibrar con ellas. No vaya a ser que estemos tan metidos en nuestras cosas, en nuestro trabajo, en nuestras opiniones, que no nos afecten las cosas de Dios y las cosas de nuestros hermanos.

Señor, quiero hacer examen. Para que Tú, y sólo Tú, me entusiasmes, y tus cosas sean mis cosas. Examinaré mis palabras y mis acciones, cuando me lo haga notar quien me quiere, para no alejarme, para volver a vibrar con tus intereses, con tus cosas.

 

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