VI Domingo de Pascua, Ciclo B

Juan 15, 9-17: Declaración de amor

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

“Como el Padre me amó, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor... Estas cosas las he dicho para mi gozo esté en vosotros y vuestra alegría sea completa... Nadie tiene amor mayor que el de dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15, 9-14)

Aquellas palabras de Jesús –declaración de amor a sus amigos– debieron dejarles impresionados. Dios nos ama, esta es la premisa mayor de todo el mensaje cristiano. Palabras que abrasan el corazón y que resuenan con la misma fuerza, intensidad y urgencia con que fueron pronunciadas la primera vez. Jesús lo demostró. Ésa es la realidad.

Pero el amor es un regalo que si no es aceptado, si no es recíproco, no llega a su perfección. El amor es una cuestión entre dos. Por parte de Dios está la mano tendida, el corazón dispuesto. Sólo se necesita demostrarle nuestro amor: hacer lo que Él nos manda, permanecer en su amor. Obras son amores, y no buenas razones. El amor hay que demostrarlo con los hechos. Las obras que Él espera están al alcance de nuestra mano: cumplir los Mandamientos. Ante esa declaración de amor de Jesús, hemos de responder con generosidad, sin decirle nunca que no, sin responder que sí a medias. En la medida de nuestra correspondencia, en la medida de nuestro amor a Dios seremos felices, nuestra alegría será más plena. ¡Qué bien nos conoce Dios!

En estos días de alegría de la Pascua, la Iglesia nos recuerda el mandamiento del Señor. Sus mandatos no son pesados. Cuando hay amor uno no se fija en lo que cuesta, ni siquiera en el sacrifico del martirio. Jesús dio su vida por nosotros, nosotros hemos de dar la nuestra cada día, gastándola en el afán de demostrarle nuestro cariño.

Oh Dios, que no necesitas nada de tus criaturas y, sin embargo, deseas una cosa: nuestro cariño. Voy a poner cuidado en conocer lo que te agrada, voy a esforzarme en cumplir amorosamente tus sugerencias. No por mi felicidad, sino porque deseo ser un consuelo para Ti en la tierra y agradarte a Ti, de quien sólo he recibido amor.

 

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