X Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Marcos 3, 21-29: Abiertos a la verdad

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

“Vinieron a llevárselo porque decían que no estaba en sus cabales. También los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belcebú y expulsa los demonios con el poder del jefe de los demonios». El los invitó a acercarse... «el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás»” (Mc 3, 21-29)


Todos podemos equivocarnos, tener errores de apreciación o errores prácticos. Hemos de tener entonces la suficiente humildad para reconocer la verdad y pedir perdón a Dios. Él siempre está dispuesto a perdonar. Lo que no debemos hacer nunca es rechazar la verdad, decir que Jesús se equivocaba o negar la evidencia de los milagros, porque es lo mismo que cerrarnos la puerta de la salvación.
A quien se obstina en el mal, Dios no le puede salvar porque él mismo pone un obstáculo. La soberbia, sobre todo la intelectual que lleva a no querer aceptar la verdad y a justificar los propios errores, incapacita la conversión, el acercamiento a Dios.
Lógicamente, si los juristas judíos hubieran sido amantes de la verdad, habrían tenido que dejarse vencer por la verdad, pero eso hubiera supuesto convertirse a esa nueva doctrina y cambiar su modo de vida, a lo cual no estaban dispuestos. Por eso llegó un momento en el que el choque fue inevitable y, con intercambio de palabras fuertes, Jesús puso de manifiesto que en sus corazones eran hijos del príncipe de la mentira, por no querer reconocer las obras de Dios.
Jesús era manso de corazón, proponía su doctrina, salía al encuentro de los pecadores con una paciencia infinita (recordamos su diálogo con la samaritana o con Zaqueo), pero ante el encastillamiento de los juristas en su error no tuvo más remedio que hablarles duramente (raza de víboras, hijos del diablo, les llamó), para rasgar sus corazones y quisieran rectificar.


Dame, Señor, el conocimiento propio, que descubra la soberbia anida en mi corazón, y sepa que puedo endurecer mis ojos para no querer ver la luz. Házmelo entender ahora, por si llega un momento de ofuscación.

 

 

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