XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Juan 6, 68-69: Nosotros hemos creído

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

       “Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6, 68-69)

Larga y laboriosa fue la tarea de Jesús para que sus discípulos aceptaran sus enseñanzas. Con variadas comparaciones exponía su doctrina y con milagros patentes demostraba que venía de parte de Dios. Primero fue el milagro de Caná, por el que sus apóstoles creyeron en Él. Después realizó muchos otros milagros. Su doctrina parecía en algunos puntos humanamente increíble, pero se trataba de eso, de creerle a Él, de aceptar sus palabras, porque sólo así –creyendo– se podrían conocer verdades que exceden la razón humana. Esto es lo que confiesa finalmente Pedro: nosotros hemos creído y por eso hemos conocido todas esas cosas, y en primer lugar que Tú eres el Mesías.

Jesús se acomodaba al modo de entender las personas más sencillas, pero no acomodaba su doctrina al gusto interesado de los oyentes. Se aceptaba o se rechazaba, pero no la aguaba, porque las suyas eran palabras de vida eterna, las que orientan y ayudan a los hombres verdaderamente. Jesús no daba opiniones, decía siempre la verdad; era consciente de que al hablarles claramente de la Eucaristía sus palabras iban a producir el rechazo en muchos; de hecho casi todos le abandonaron y tuvo que empezar otra vez casi de cero.

En la inolvidable Jornada Mundial de la Juventud de Roma, el 20 de agosto de 2000, el Papa Juan Pablo II decía a los dos millones de jóvenes congregados allí: «Ésta es nuestra Eucaristía, ésta es la respuesta que Cristo espera de nosotros, de vosotros, jóvenes, al final de vuestro Jubileo. A Jesús no le gustan las medias tintas y no duda en apremiarnos con la pregunta: ¿También vosotros queréis marcharos? Con Pedro, ante Cristo, Pan de vida, también hoy nosotros queremos repetir: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Queridos jóvenes, al volver a vuestra tierra poned la Eucaristía en el centro de vuestra vida personal y comunitaria, amadla, adoradla y celebradla».

Te decimos lo que Pedro: ¿A quién iremos, si tú nos faltas? Queremos estar presentes –adsum! –, junto a ti en este augusto Sacramento.






 

 

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