XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Marcos 8, 33-34: Sentido sobrenatural

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

       “Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz»” (Mc 8, 33-34)

El cristiano ha de juzgar y actuar con sentido común, pero además con sentido sobrenatural, es decir, con un sentido más elevado, que proviene de poseer las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Se advierte con claridad la diferencia entre el sentido común y el sentido sobrenatural en estos dos pasajes del evangelio, que van seguidos, en los que aparece Pedro.

En uno, afirmó que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios vivo; Jesús le respondió que eso lo había dicho no porque se lo hubiera revelado alguien de carne y hueso, sino su Padre celestial. Es decir, Pedro no juzgaba en ese momento como los hombres, que veían en Jesús un profeta pero nada más.

Inmediatamente después, el evangelista relata que Jesús comenzó a manifestar que debía ir a Jerusalén a padecer y morir. Pedro entonces le reprendió porque no le cabía en la cabeza esa afirmación; y Jesús le rechazó porque no entendía las cosas como Dios sino que juzgaba como los hombres.

Necesitamos este modo de ver sobrenatural para entender a Jesucristo, su Iglesia, la vocación sobrenatural, y tantas otras cosas. Sólo con ojos de tejas abajo es imposible entender el mensaje cristiano, y la mente se agota en un sin fin de razonamientos. Se comprueba en los debates sobre temas doctrinales. El sentido de sobrenatural es lo que hace, por ejemplo, que una persona se entregue a Dios porque Dios le llama –al sacerdocio o a cualquier otra vocación divina–, no por razones humanas (porque falten sacerdotes o por dar una alegría a los padres). Y así tantas cosas, como es la obediencia al superior en la Iglesia –porque Dios asiste a sus pastores–, el apostolado e incluso el martirio.

Danos, Señor, tu modo de ver sobrenatural para que no nos acomodemos a lo mundano. Te pedimos por aquellos que son marginados y perseguidos por gente sin sentido común, interesada, ofuscada por sus ideologías, o que son incomprendidos por gente buena, de sentido común, que juzgan como locura tus obras.






 

 

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