IX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.

Mateo 7, 21-27: Los cimientos de la fe

Autor: Mons. Jesús Sanz Montes, ofm 

 

 

El Evangelio de este domingo nos presenta un reproche de Jesús ante quienes nada menos hacían una oración correcta: Señor, Señor… ¿Por qué tanta cautela por parte del Maestro? Porque no basta saber cosas de Dios si no se sabe a lo que sabe Dios.

Recuerdo un chaval pequeño, avispado y despierto que se aprendió aquel catecismo de preguntas cortas y concentradas, hasta afirmar que se lo sabía "de carrerilla", como decía él. El chaval creció, y no olvidó lo que con tanto denuedo aprendió cuando se aprenden las cosas. Podríamos decir que tenía una cierta cultura religiosa, sabía cosas cristianas, pero…El pero consistía en que no las vivía. Había poca diferencia entre la carrerilla con la que relataba la lista de los insufribles reyes godos, los verbos irregulares o los mandamientos de la ley de Dios. Se trataba de datos, los almacenados en el disco duro de su feliz memoria, pero nada más.

Pienso en no pocos cristianos de aquellos que aprendieron el catecismo y la doctrina católica, pero que están completamente a la deriva porque todo su teórico aprendizaje se les ha ido al garete ante el acoso y derribo que en los últimos meses se observa hacia la Iglesia, sin que esto signifique que en la Iglesia no cometemos errores. Jesús dice en el Evangelio de hoy que quien aprende teóricamente su mensaje pero luego no lo vive, en cuanto arrecian las lluvias, los vientos y los temporales, la casa tan precariamente construida se vendrá abajo sin compasión. Hay una fe mojigata que fácilmente se deja escandalizar por noticias falsas o por noticias verdaderas pero contadas falsamente para confundir y hacer daño.

Así tenemos a no pocos creyentes que dan más crédito al columnista ácido o al tertuliano resentido que a quienes con rigor pero también con respeto contrastan las noticias y acuden a las fuentes para evitar tener opiniones prestadas que pontifican desde el desprecio.

Este criterio diverso no lo dan los conocimientos de la doctrina aprendida de carrerilla, sino la vida cristiana vivida con sencillez y fidelidad en comunión con la familia de los hijos de Dios, con la Iglesia. En tiempos ventosos y huracanados, no podemos estar al pairo de cualquier cantamañanas, sino que es preciso saber las cosas de Jesús y vivirlas desde la Iglesia, incluso cuando nos duelen los errores u omisiones que también los católicos podemos tener. Pero sólo quien sabe a lo que sabe Dios, puede decir en verdad que sabe algo de Él. Son los cimientos de la fe para tiempos de inclemencia.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y de Jaca
Domingo 9º del tiempo ordinario
1 junio 2008