XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mateo 21,33-43: El Espejo

Autor: Mons. Jesús Sanz Montes, ofm 

 

 

VSorprende la habilidad de Jesús al plantear la crítica hacia los que tanto dejaban que desear como pastores y responsables del Pueblo escogido. Ha bastado narrar una "inocente" parábola para que ellos se autoinculpasen sin darse cuenta. En vez de demostrar la fealdad de sus rostros de un modo directo a quienes eran menos agraciados en belleza, el Maestro les asomó a una fealdad aparentemente ajena, y cuando ellos estaban suficientemente hartos de tan pérfida visión, les espetó: bien, pues... sois vosotros, ya que la ventana no es una ventana sino un espejo.

El ejemplo de Jesús no es un cuento duro e injusto que provoca la solidaridad incondicional con las víctimas del escenario parabólico, sino que se trata de la narración anticipada de su propia biografía, de la completa historia de la salvación. Y en ésta, no sólo están los judíos y sus desmanes, sino también estamos los cristianos con los nuestros correspondientes. Dios ha soñado un mundo diferente, tremendamente distinto del que ahora vemos y sufrimos, y en el que fenecen de mil modos los menos favorecidos de la tierra. Por eso hemos de estar muy atentos para no arrinconar ni silenciar a los mensajeros de Dios que nos recuerdan con sus anuncios y sus denuncias la historia por Él soñada.

Pero hay muchas maneras de estropear la viña de Dios y de matar a sus mensajeros. El proyecto de Dios, su Reino, queda sin realizarse, bien porque se confunde con el propio proyecto (fariseos y saduceos) o bien porque se ignora completamente el de Dios (pecadores públicos y privados).

La Iglesia, como nuevo Pueblo de Dios, está llamada a mostrar el Reino de Dios, ser un espejo en el que el mundo pueda mirarse. Es decir, cada una de las comunidades y cada uno de los cristianos, estamos llamados a anticipar en nosotros y entre nosotros lo que sería el mundo entero si aceptase la manifes­tación de Jesucristo, su Palabra y su Persona.La Iglesia no es el Reino de Dios, pero está dentro de ese Reino y forma parte de él. Si el Reino de Dios es el mundo nuevo en el que habita la justicia y la paz, la verdad y la misericordia, la bondad y la belleza, la luz y la gracia, nosotros estamos llamados a proclamar ese Reino desde los gestos cotidianos que nos hacen ser lámpara sobre el candelero y ciudad sobre el monte: esto es la Iglesia, para que los demás viendo en nosotros la obra de Dios, glorifiquen a Dios y realicen su proyecto.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y de Jaca
Domingo 27º Tiempo ordinario
5 octubre 2008