IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Mc 1,21-28: Autoridad competente

Autor: Mons. Jesús Sanz Montes, ofm 

 

 

En el Evangelio vemos a Cristo que, fiel a su misión de llevar y de ser la Voz del Padre, llegado a Cafarnaúm comienza a enseñar en la Sinagoga. Algo habría en aquel porta-voz que enseguida los oyentes advierten la diferencia: “se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad” (Mc 1,22). La pregunta surge espontánea: y ¿cómo enseñaban los letrados? Dando la vuelta al argumento diríamos que sin autoridad, y será ésto lo que distinguirá una y otra predicación. Por eso hemos de recuperar el sentido de la palabra autoridad, y sin reducirlo al del vulgar autoritarismo, decir que proviene de un verbo (augere/augeo) que significa aupar, levantar, hacer crecer. Es decir, una predicación sin auctoritas es la que te deja igual, frío, la que no ilumina ni enciende, la que no cura ni levanta, la que no mueve ni conmueve, mientras que una palabra dicha con verdadera auctoritas es la que produciendo todo ésto que no ofrece la anterior, provoca un auténtico crecimiento. Escuchándola, crece y madura lo mejor que hay en nosotros.

No es dificil imaginar que el entusiasmo de la gente por esa Persona que escuchándola crecían, se convirtiese en seguimiento dejando tantas cosas, dejándolo todo, como oíamos el domingo pasado (Mc 1,20). Y desde aquí se puede entender que todo ello provocase preocupación, envidia y persecución en los letrados que aburrían y en los adivinos que engatusaban: unos y otros perdían clientela y Jesús –cada cual por sus razones– se convertía en enemigo a eliminar.

Hasta los demonios quedaban desplazados con el paso de Jesús por en medio de su pueblo. El dia-bolus es el que separa desintegrando, el que esclaviza con sutileza, el que secuestra en la mentira. También él protestaba por la llegada de Alguien que con la auctoritas de Dios... unía, integraba, liberaba, hacía crecer.

Dos breves anotaciones para terminar. La primera es que, en medio de nuestro supermercado de ofertas variopintas, es preciso saber encontrar la Palabra de Jesús y crecer en y con ella, adhiriéndonos a aquellos (santos, Papa, obispo, personas con carisma) que nos la dan con fidelidad. Y la segunda, que no debemos asustarnos si los escribas de ahora y los diablos de siempre, se enfadan con la Palabra de Jesucristo, con la de sus pastores y sus discípulos,y amenazan, acorralan, revuelcan y pretenden de mil modos censurarla. No es mala señal. El Reino está siempre comenzando.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y de Jaca
1 febrero 2009
4º Domingo tiempo ordinario