XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Lucas 9, 51-62: “Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal

 

 

Comentario:


Lucas 9, 51-62: “Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén”

La lectura evangélica de este Domingo es el principio de la narración del viaje de Jesús a Jerusalén. San Lucas le da mucha importancia a este viaje. Le dedica diez capítulos. Se fija menos en los hechos que en la catequesis de Jesús a sus discípulos sobre la misión del siervo.

Jesús va decidido. Sube para completar la salvación. Obedece al Padre. Tres actitudes que ponen de manifiesto una vocación realizada en la misión.

Envía por delante a los discípulos con una actividad misionera. La misión no es fácil. No es llegar y besar el santo. Hay que trabajar sembrando y esperar. El rechazo es explicable. Lo que no es explicable es la reacción de los discípulos que van por la tremenda: “¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?”. La comprensión, la paciencia, la constancia, la adaptación son actitudes indispensables para la misión. El mensaje del Reino no se impone, se expone, y no tanto desde una sólida argumentación, cuanto desde el testimonio que brota de una vida comprometida.

Seguir a Jesús, ir con él, caminar con él, son expresiones que marcan el estilo del cristiano auténtico, que también está llamado a “subir a Jerusalén”. No se es cristiano para ser “bueno”, sino para compartir la misión de Jesús: “Id al mundo entero y anunciad el evangelio a toda la creación”. Pero para seguir a Jesús, en su misión salvadora, se imponen unas condiciones: Pobreza desde el desprendimiento de todo lo que pueda dificultar esa subida a Jerusalén. No estar condicionado por realidades queridas, no en el sentido de ruptura de lazos entrañables, sino desde la libertad de quien obra por vocación con el compromiso de la misión. Voluntad firme de ir con él adelante. Quien quiere seguir a Jesús no puede poner condiciones, por muy nobles que parezcan. Quien se decide a ello, no puede volver la vista atrás.

El rechazo no fue sólo en Samaría. Ha habido y hay muchas “samarías”. Cristo es “una bandera discutida”. Su mensaje de salvación es un mensaje que interpela y juzga sentimientos y pensamientos. Pero el rechazo no debe desalentar, sino ser ocasión de revisar el modo cómo se trasmite. En el texto de este domingo lo tenemos muy claro. La transmisión hay que hacerla desde la decisión entusiasta y no desde la rutina; desde el desprendimiento y la pequeñez, y no desde la técnica pastoral más depurada; desde la libertad que brota del Espíritu y no con condicionamientos que encubren la autenticidad de la misión; desde mirar siempre adelante, con apertura a los signos de los tiempos, y no desde la añoranza del pasado.

Subir con Jesús a Jerusalén es invitación a todo discípulo suyo. Comprometerse en llevar adelante su misión salvadora es exigencia de la vocación bautismal. El traza el camino. El va, con decisión, por delante siendo compañero de viaje que estimula y sostiene en la tarea de implantar el Reino.