Solemnidad de la Santísima Trinidad, Ciclo C

Juan 16, 12-15: “El Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal

 

 

Comentario:


Juan 16, 12-15: “El Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena”

La acción del Espíritu es imprescindible en todo lo referente al misterio de Dios, tanto considerándolo en sí mismo, como en su manifestación hacia fuera. “Nadie puede decir: Jesús es Señor, sino es impulsado por el Espíritu Santo” (1 Cor 12,3). Para comprender plenamente a Dios, más útil que “saber cosas” de Él es amarlo y experimentar personalmente su paternidad, porque Dios es la nueva y más gratificante dimensión de nuestra vida pequeña.

Como culminación de toda la gran celebración de Pascua, nos encontramos en este Domingo con la realidad inefable de Dios. Celebrar la Trinidad no es penetrar en la intimidad de Dios y mucho menos resolverla con el “triángulo” divino. Celebramos a la Trinidad cuando descubrimos con gozo que el origen de nuestra vida y de todo es un Dios-Comunidad. En la búsqueda de Dios todos los caminos pasan por Jesucristo. Desde Jesucristo es desde donde descubrimos que Dios es Trinidad. Dios es Padre de los hombres, a quienes hace hijos suyos porque los ama; Dios es Hijo que se hace hombre para liberar a los hombres del pecado y congregarlo en la comunidad, familia de Dios que es la Iglesia; Dios Espíritu Santo, don y amor, que nos santifica y nos da conciencia de nuestra adopción filial. Este es el Dios, uno y trino, en quien creemos.

Creer en Dios es aprender con Jesús y desde Jesús a vivir la realidad última que nos sostiene: Dios-Comunidad. Descubrir que no estamos solos.

Creer en la Trinidad es creer que el origen, el modelo de toda vida es el amor compartido, porque estamos hechos a imagen y semejanza de este Dios que es comunidad.

Creer en la Trinidad es saberse acogido por un Dios Padre, que me acepta como soy y me llama a vivir en confianza y sin temor. Para El siempre seré un hijo. Es saberse acompañado por un Dios Hijo, que, hecho hombre, nos acompaña y nos enseña a vivir acogiendo y difundiendo el amor del Padre. Es saberse habitado por el Amor que es Espíritu vivificante, que nos mantiene en comunión con el Padre y el Hijo, nos consuela, nos renueva y mantiene vivo en nosotros el deseo de que el Reinado de Dios se vaya haciendo realidad en el mundo desde el testimonio y la misión de los nacidos del Espíritu.

Celebrar la Trinidad es descubrir que estamos llamados, desde lo más radical de nuestro ser, a buscar nuestra verdadera felicidad en el Dios amor que nos impulsa a vivir en el compartir y en la solidaridad.

El Espíritu que nos guía a la verdad plena, nos invita no tanto a una operación intelectual o elucubración teológica, sino a una sencilla contemplación, para, en adoración y gratitud, decir de corazón: Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.