Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Mateo 16, 13-19: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal  

 

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”

Celebramos en este domingo la solemnidad de San Pedro y San Pablo, fiesta arraigada en el Pueblo Cristiano, y una de las más antiguas del año litúrgico, comenzando a celebrarse incluso antes de la fiesta de Navidad.

Festejamos a Pedro y a Pablo como paradigmas de una fe firme y de un empuje misionero traspasando las fronteras de Israel. Superando lo anecdótico de unos datos biográficos, muy escasos por cierto y de sobra conocidos, hemos de buscar en esta fiesta el mensaje de fe para el momento actual que vivimos.

Hoy se habla mucho de que es necesario pasar de una fe sociológica, recibida como por herencia, a una fe más personal y comprometida. En Pedro y Pablo aquello que más resalta es su íntima relación con Cristo, nacida de una experiencia vital con Él. “No se comienza, nos dice Benedicto XVI, a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus Caritas est n. 1).

Pedro, elegido por Cristo, hombre frágil y apasionado con una idea muy personal sobre el Mesías, llegando incluso a regañar a Jesús cuando le anuncia la pasión:
“¡No lo permita Dios! Eso no puede pasarte” (Mt 16,22). Jesús le rechaza con dureza: “¡Quítate de mi vista Satanás!” (Mt 16,23). Se ha hecho famosa la triple negación de Pedro, pero arrepentido de haber negado a su Maestro, llorando amargamente su pecado, son también tres veces las que confirma, con humildad y sinceridad profunda, su amor a Cristo: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero” (Jn 21, 17). Pedro amigo entrañable de Cristo, seguidor incondicional, predica con valor y lleno del Espíritu Santo, lo que ha vivido desde su contacto personal con el Maestro. Desde ese encuentro la fe de Pedro es roca firme de unidad y verdad.

Pablo, conquistado por Cristo en el camino de Damasco, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio, porque para él
“su vivir es Cristo” (Fil 1, 21), y nada ni nadie le puede separar del amor a su Señor (cfr. Rom 8,35). Sabe que se le ha dado una misión, una responsabilidad, una tarea que no puede declinar: “¡Ay de mí si no evangelizare!” (1 Cor 9,16).El encuentro con Cristo convierte a Saulo perseguidor en Pablo evangelizador incansable. Evangelización que Pablo la lleva adelante desde un verdadero diálogo entre fe y cultura. Abre caminos nuevos porque el mensaje que transmite no es un elenco de verdades, sino un acontecimiento salvador en la persona de Cristo: “Nosotros predicamos un Mesías crucificado, para los judíos escándalo, para los paganos una locura; en cambio para los llamados… un Mesías que es un portento de Dios y saber de Dios” (1 Cor 1, 24-25).

Pedro y Pablo constituyen un modelo para todo cristiano. Ser cristiano es, por esencia, ser testigo de Cristo.

Fe firme y personal, conciencia clara de ser enviado es el perfil de cristiano que se necesita en estos tiempos de conformismo y secularismo. Fe cimentada en la roca de Pedro para vivirla en la Iglesia y con la Iglesia garantía de autenticidad y firmeza. Testimonio evangelizador alentado y sostenido por la Comunidad como depositaria del mensaje salvador para hacerlo presente a lo largo del tiempo y a toda la humanidad. Por eso la festividad de san pedro y san Pablo es ocasión de renovar y actualizar nuestra vinculación con el Sucesor de Pedro, garantía de unidad, seguridad en la verdad, fortaleza en la dificultad y estímulo para la misión de ser testigos del Señor Resucitado.