I Domingo de Cuaresma, Ciclo B
Marcos 1:12-15: “Convertíos y creed la Buena Noticia”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal

 

 

“Convertíos y creed la Buena Noticia”

La lectura evangélica de este primer Domingo de Cuaresma se centra en lo que tiene que ser este tiempo de gracia que iniciamos el pasado Miércoles de Ceniza.

De manera escueta san Marcos nos recuerda la meta que hemos de alcanzar en este tiempo y el camino a recorrer para lograrla. Es una llamada apremiante a la conversión: “Convertíos y creed la Buna Noticia”.

El mensaje de Jesús es una llamada al cambio porque algo nuevo se ha puesto en marcha. No se trata de corregir un determinado defecto o arrepentirse de un pecado concreto. Es decidirse a vivir de manera nueva como hijos de Dios y como hermano de todos los hombres. Pasar de la increencia o de la fe rutinaria a una fe más personal y comprometida; de la pereza y costumbre a la decisión gozosa y entusiasta; del egoísmo al amor; de un Dios legislador y utilitario a un Padre cercano y amoroso; de buscar mi propia felicidad a una solidaridad más radical y auténtica. Se nos invita a reavivar la capacidad de generosidad, desinterés y fraternidad tal vez adormecidas en nuestro ser.

Cristiano es quien se siente llamado a hacer realidad una vida nueva superando todo conformismo estéril de una vida vacía por un ir tirando y cumpliendo lo mínimo de exigencias. Se nos llama a desarrollar todas las posibilidades de nuestro ser cristiano nacidos de nuevo en el Bautismo. Llamada a la conversión que no es repetir la misma cantinela de siempre, sino llamada actualizada porque necesitamos siempre una renovación reconociendo que, a pesar de nuestra infidelidades no estamos perdidos del todo, que podemos renovar nuestra alegría interior, saborear el amor misericordiosos y revitalizador de Dios para amar con desinterés a los demás.

La conversión se vuelve Buena Noticia porque, aunque siempre exige un esfuerzo y rupturas dolorosas, nos descubre la posibilidad de una vida más plena y gratificante, experimentando un modo nuevo de vivir más sano, más gozoso.

El camino es la experiencia de desierto movidos por el Espíritu, como en el caso de Jesús. Actitud de silencio e interiorización para encontrarnos con nosotros mismos buscando la verdad de lo que estamos viviendo para no seguir engañándonos por más tiempo. Tiempo de escucha y acogida sencilla y sincera de la Palabra de Dios, Palabra “viva y eficaz” (Hbr 4,12). Oración, no como un simple rezo rutinario, sino como diálogo filial y confiado con Dios. Atentos a los demás para que el clamor de los que sufren llegue al corazón generando una actitud penitencial como expresión del paso del egoísmo, la indiferencia y la avaricia al compartir de verdad lo que somos y tenemos con los demás.

Convertirse a ser cristiano es morir al hombre terreno y sus valores y criterios para abrirse al hombre nuevo en Cristo. Progresando en la tarea diaria y siempre inacabada de la conversión, aparecerá ese hombre nuevo bautismal que será luz del mundo y sal de la tierra.

En este tiempo apasionante de Cuaresma, con humildad y confianza, repitamos con el salmista: “Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tu senda, haz que camine con lealtad” (Sal 24, 4-5).