I Domingo de Adviento, Ciclo C
San Lucas 21, 25-28. 34-36: “Se acerca vuestra liberación”Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal
Esta afirmación de Jesús nos llega en el primer domingo de
Adviento. ¿Cómo la acogemos? A lo largo de la historia el hombre ha alcanzado un
progreso espectacular, proporcionándole un nivel de vida muy confortable. Lo
malo es que no ha llagado a todos, señalando más las diferencias injustas y
lamentables entre tantos seres humanos. Pero si el progreso no ha llegado a
todos, el alcanzar la felicidad y plena liberación parece que se nos escapa a
pesar de lo mucho conseguido.
Había que preguntarse: ¿Por qué no se alcanza la tan deseada liberación? ¿Vamos
bien orientados en su búsqueda?
La Palabra de Dios, que nos llega en este primer Domingo de Adviento, nos ofrece
unas pistas para responder a esos interrogantes. Con un lenguaje simbólico y un
tanto terrorífico, nos dice que la historia apasionante de la Humanidad llegará
un día a su fin. Esta vida no es para siempre. “El sol, la luna y las estrellas
temblarán”, es decir, todo aquello en lo que creemos poder confiar para
conseguir felicidad, para siempre se hundirá. El poder, la seguridad y el
progreso se tambalean. Lo que no conduce al ser humano a la verdad, la justicia
y la fraternidad se derrumbará y “en la tierra habrá angustia de la gente”. Lo
estamos experimentando por tanta violencia, guerras, crisis globales,
secuestros, terrorismos, hambre, epidemias…Intentamos blindarnos con leyes y
fuerzas represivas, pero la inseguridad es una amenaza constante.
Cuando los hombres se queden sin aliento, cuando perciban que todos sus
esfuerzos no han dado el fruto deseado, están en condiciones de vislumbrar otro
camino de liberación: “Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con
poder y majestad”. El sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se
quedará sin luz. Será el Hijo del Hombre, Jesús, quien lo iluminará para siempre
poniendo verdad, justicia, amor y paz en la historia humana tan esclava de
abusos, injusticias y mentiras. Es la salvación de Dios.
El Adviento es una llamada a la esperanza: “Se acerca vuestra liberación”.
Necesitamos encontrar al Dios de la esperanza, un Dios en quien se puede creer
porque se puede experimentar como fundamento sólido de esperanza para el ser
humano. Ese Dios se hace cercano en Jesús creador incansable de esperanza,
puesto que toda su vida consistió en contagiar, desde la cercanía, el amor y la
comprensión, a los demás la esperanza que él mismo vivía desde los más hondo de
su ser.
Jesús mismo es quien nos advierte del peligro de no dar con el camino de
liberación: “Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y
la preocupación por el dinero”. Cuando se tiene como objetivo único en la vida
la satisfacción ciega de las apetencias, muere la esperanza. Satisfechos con lo
que se disfruta no se desea nada realmente nuevo. Es tentador adaptarse a la
situación que tenemos instalados confortablemente en nuestro pequeño mundo, sin
mayores preocupaciones. Así la esperanza no tiene sentido.
La liberación que Cristo nos brinda es personal y profunda, una salvación desde
dentro, porque nos libera de un corazón duro y egoísta y nos transforma en
hombres nuevos con un corazón limpio y generoso. Desde ahí podemos colaborar en
transformar la realidad por medio de la fuerza del amor, que es la única
liberación posible, la única revolución eficaz.