Domingo III del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
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Lecturas:
o
Libro de
Nehemías 8, 2.4ª.5-6.8-10
o
Primera carta
de San Pablo a los Corintios 12, 12-30
o
Lucas 1, 1-4;
4, 14-21
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El evangelio que acabamos de escuchar es la unión de dos
capítulos diferentes de Lucas: el primer elemento proviene
del prólogo
del evangelio, en el cual el autor sagrado explica
cuál es el objetivo que pretende; el segundo elemento es
la presentación de Jesús en la sinagoga de Nazareth,
donde, apoyándose en un texto del profeta Isaías, expone cuál será el perfil
particular de su acción como
Mesías. Recorramos estos dos aspectos que nos trae
el evangelio de hoy.
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En el prólogo
de su evangelio, Lucas, el médico, manifiesta el objetivo que busca:
o
Según lo explican los especialistas bíblicos, Lucas no era
judío ni
había sido testigo ocular de los hechos que narra. Era un
cristiano de cultura griega que escribió con gran talento, y se dirige a un
público no judío, formado básicamente por griegos y romanos.
o
El
evangelista nos dice que, después de verificar cuidadosamente los hechos, ha
decidido escribirlos para que se conozca la solidez de las enseñanzas recibidas.
La fecha de redacción del evangelio se sitúa hacia el año 80.
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Pasemos a lo
que constituye el punto central del relato evangélico que nos presenta la
liturgia de este domingo:
o
Lucas hace una rápida referencia
a los comienzos de la actividad evangelizadora de
Jesús, la cual se desarrolló en Galilea, en las ciudades y aldeas que estaban
junto al lago.
o
La frase “su
fama se extendió por toda la comarca” sugiere que tuvo una buena acogida en las
comunidades que lo escucharon.
o
Después de esta rápida referencia
a los comienzos de la predicación, Lucas nos
presenta a Jesús en la sinagoga de Nazareth. Esta visita de Jesús a la sinagoga
de Nazareth es fundamental en el evangelio de Lucas pues le permite precisar
cuál es el proyecto de Jesús.
o
Lucas ha escogido este hecho
para darnos, desde el comienzo, una síntesis de lo
que va a ser el mensaje y la vida de Jesús. Se trata, pues, de una escena
programática.
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Jesús, que era un devoto judío, iba todos los sábados a la
sinagoga, pues ese
día estaba destinado al descanso y a la oración:
o
Las sinagogas
eran el lugar de culto donde se reunían los judíos. El esquema de la celebración
litúrgica constaba de cantos, proclamación de la fe, alabanzas a Dios, lecturas
y comentarios sobre éstas.
o
En estas
reuniones de los sábados se hacían dos lecturas: la primera estaba tomada del
Pentateuco, palabra que designa los cinco primeros libros del Antiguo
Testamento; ese texto era comentado por un especialista. La segunda lectura
estaba tomada de uno de los Profetas, la cual era comentada por cualquier varón
mayor de 30 años, después de obtener el permiso de la persona que presidía la
asamblea.
o
Esto fue lo
que hizo Jesús: comentar un texto del profeta Isaías, en cual se describía la
acción del Ungido del Señor o Mesías: “El Espíritu de Dios está sobre mí, porque
él me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para
anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad
a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”.
o
Al terminar
la lectura de estas palabras de Isaías, Jesús se las autoaplicó: “Hoy se cumple
esta Escritura que acaban de oír”
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Al apropiarse
del texto, con una pequeña modificación, queda sintetizado el programa que va a
desarrollar durante su vida pública:
o
Él es el
Mesías prometido a Israel. Ahora bien, su mesianismo no responde a las
expectativas político – religiosas que tenían sus contemporáneos, quienes
esperaban un enviado que devolvería a Israel las viejas glorias de los tiempos
de David y Salomón.
o
En el mesianismo que asume Jesús, la salvación tiene unos
beneficiarios prioritarios; está dirigida a los
pobres, a
los oprimidos, a los presos, a los ciegos; en una palabra,
a los excluidos de la fortuna.
o
La liberación
que anuncia Jesús no es solo espiritual, sino que está dirigida al ser humano
como totalidad: abarca lo espiritual y lo material, lo individual y lo social.
o
Y no se trata
de una salvación para la otra vida, sino que se empieza a dar desde ahora, en
este mundo.
o
Se trata,
pues, de una buena noticia que produce alegría; a eso se refiere cuando Jesús
anuncia “un año de gracia”.
o
Habíamos
dicho que Jesús introduce una pequeña modificación en el texto de Isaías, pues
el profeta hablaba del año de gracia y del día de la venganza de nuestro Dios.
Jesús sólo hace referencia a lo positivo, al año de gracia y calla lo referente
a la venganza. Jesús no ha venido con intenciones revanchistas sino para
instaurar un orden nuevo a partir de la justicia y el amor.
o
El silencio
sobre la “venganza” no tuvo buena acogida entre el público, que quería recuperar
el poder y desquitarse de los romanos que los oprimían.
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Si leemos
este texto programático de Jesús con los ojos de hoy, reconoceremos que las
situaciones descritas por Isaías, de las que Jesús se apropia, corresponden a lo
que Juan Pablo II llama “cultura de la muerte”, que consiste en la negación de
los derechos fundamentales del ser humano. Jesús se presenta como el liberador
integral quien, sin caer en demagogias ni en trampas ideológicas, defiende a los
que son atropellados en sus derechos fundamentales; pensemos en los niños
víctimas del maltrato en sus diversas expresiones, en las mujeres discriminadas,
en los secuestrados, en los desplazados, en los desempleados, etc.
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Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Que este
texto de Lucas, que presenta el programa que
Jesús expuso en la sinagoga de Nazareth frente a
sus coterráneos, estimule nuestro compromiso con la defensa y promoción de los
derechos humanos, en particular
el derecho a la vida, que es negado por tantas
fuerzas oscuras en nuestra sociedad.