XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Libro de la Sabiduría 12, 13. 16-19

o   Carta de San Pablo a los Romanos 8, 26-27

o   Mateo 13, 24-43

 

ü El evangelio de hoy propone a nuestra consideración la parábola del trigo y la cizaña. Como lo explicábamos el domingo anterior, el lenguaje sencillo de las parábolas nos conduce desde una realidad conocida hacia realidades muy profundas:

o   Esta parábola está construida a partir de contrastes: contrastes en los personajes, en sus mentalidades, en sus propuestas de solución.

o   Este texto nos invita a reflexionar sobre la presencia del mal, que todo lo contamina: está dentro de cada uno de nosotros, divide a las familias, genera violencia. El mal es una realidad omnipresente.

o   Uno de los aspectos más interesantes de esta parábola es la comparación de dos estilos de resolución de conflictos. Por una parte, están los empleados que trabajan en el cultivo, que proponen una medida radical como es arrancar la cizaña, aunque eso puede significar también arrancar el trigo; por otra parte, está el dueño de la plantación, quien rechaza esa propuesta y opta por una prudente espera. En términos teológicos, el gran mensaje de esta parábola es la paciencia de Dios.

o   Los personajes de este relato están perfectamente caracterizados. Detengámonos a analizarlos.

 

ü El dueño del cultivo está presente a lo largo de todo el proceso. No pierde de vista su sementera desde el momento de la siembra hasta la cosecha. Observa, busca explicaciones, toma decisiones:

o   Además de ser el dueño del cultivo, también es dueño del tiempo. Esto significa que no pierde el control ante la gravedad de la situación. No es que lo tenga sin cuidado que estén creciendo juntos el trigo y la cizaña. No. Pero se opone a la drástica propuesta de sus empleados de arrancar inmediatamente la cizaña.

o   El dueño impide que se haga una limpieza radical, de consecuencias impredecibles. ¿Cuál  es el significado teológico de esta actitud del dueño del cultivo? Dios no tiene afanes, sabe esperar, da tiempo; la cita se fija para el final, para el momento de la cosecha. Sólo entonces, no antes, se hará la selección.

o   Dios quiere que nos opongamos al mal y que lo combatamos sin tregua. Pero sin agresividades con las personas.

 

ü Dirijamos ahora nuestra atención a los trabajadores:

o   ¿Dónde estaban mientras el enemigo hacía su trabajo destructivo? Dormían. En lugar de asumir una actitud vigilante que se anticipara a los problemas, se descuidaron y después armaron el escándalo. Para ellos fue más cómodo hacer una ruidosa protesta que un silencioso trabajo de prevención.

o   Estos trabajadores juzgaron y quisieron reaccionar “en caliente”. Afortunadamente, la paciencia del dueño impuso un ritmo diferente, pues prefirió aguardar hasta el final.

o   Desde el punto de vista teológico, este contraste nos está diciendo que los seres humanos no tenemos derecho a anticipar el juicio final. La fecha es la establecida por Dios y no por los hombres. Dios es infinitamente paciente y aguarda hasta el final.

 

ü Esta parábola de apariencia sencilla arroja luz sobre los misterios de la libertad humana:

o   ¿De dónde viene la cizaña? ¿De dónde procede el mal que atormenta nuestra existencia?  ¿Por qué el drama de los desplazados, por qué el secuestro, por qué la violencia  intrafamiliar?  Siempre buscamos una explicación externa y tratamos de identificar culpables a nuestro alrededor.

o   En general, tratamos de sacarnos del problema como si no fuéramos corresponsables, por nuestras acciones y omisiones, del mal existente en el mundo. Como Poncio Pilato, queremos lavarnos las  manos. Tenemos la tentación de considerarnos “puros”, de creernos trigo de la mejor calidad y no cizaña.

o   Recordemos que a lo largo de la historia se han cometido  terribles violaciones de los derechos humanos porque los “puros”, la llamada “gente de bien”, han querido  solucionar los problemas sociales arrancando de raíz aquellos grupos que consideran cizaña. Han pretendido  erradicar la drogadicción encerrando a los drogadictos, han querido acabar con la mendicidad haciendo redadas nocturnas contra los indigentes, hasta el extremo de  organizar lo que han llamado cruelmente “limpieza social”.

o   Esta parábola del trigo y la cizaña  nos enseña que la línea divisoria entre el bien y el mal no separa a individuos y grupos: aquí están los buenos y allá están los malos. La frontera entre el bien y el mal pasa por el corazón de cada uno de nosotros. Dentro de cada uno existe la posibilidad de generar vida y muerte. El corazón humano es capaz de producir trigo y cizaña, ternura y violencia, generosidad y egoísmo. Esa es nuestra condición.

 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre la parábola del trigo y la cizaña. No seamos como los trabajadores de esa finca, que hicieron una propuesta exagerada. No actuemos como implacables inquisidores de la conducta ajena. Reconozcamos que dentro de nosotros anidan el bien y el mal, el trigo y la cizaña. Y pidámosle al buen Dios que tenga paciencia y nos dé otra oportunidad.