XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Libro de Josué 24, 1-2. 15-17. 18

o   Carta de San Pablo a los Efesios 5, 21-32

o   Juan 6, 55. 60-69 

ü A lo largo de los últimos domingos, hemos meditado sobre el capítulo sexto del evangelio de San Juan, el discurso sobre el pan de la vida:

o   El comienzo de la profunda reflexión teológica que hace el evangelista Juan  fue la multiplicación de los panes, que produjo una gran conmoción e interés entre los contemporáneos de Jesús.

o   A partir de este milagro, Jesús desarrolla una  amplia catequesis. Teniendo como punto de referencia  la imagen del pan, que es un alimento en la vida diaria de la comunidad, Jesús va explicando su identidad y su misión.

o   En el evangelio de hoy, que es el final del discurso sobre el pan de la vida, aparece una frase que escandalizó a sus seguidores: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”

o   ¿Cuál fue la reacción del público? “Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: Este  modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”

o   Los oídos de los judíos piadosos no estaban acostumbrados a semejantes expresiones, que chocaban con sus tradiciones culturales y religiosas. 

ü Las murmuraciones de los discípulos provocaron a Jesús. En la lógica humana, esperaríamos que el Maestro hubiera apaciguado a los oyentes y que hubiera dicho que se trataba de un malentendido. Pero no ocurrió así. En lugar de apaciguar, Jesús siguió escandalizando: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?” Como era de esperar, se produjo la crisis: “Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con Él”

ü Detengámonos a reflexionar sobre lo que significa  “alejarse de Jesús”. Esta dolorosa situación se sigue repitiendo a lo largo de los siglos. Hombres y mujeres que fueron bautizados y  que se alimentaron con el Cuerpo de Cristo, en un momento de sus vidas rompen  sus vínculos religiosos. 

ü ¿Por qué se llega a la ruptura? Reconociendo que la fe es una relación personal con Dios que cada uno vive dentro de su propia historia, sí es posible identificar algunos rasgos comunes:

o   En el mundo de hoy, el materialismo es un factor determinante. Se busca la felicidad, no en los valores del espíritu, sino en el bienestar que producen los bienes materiales. Con frecuencia, esta visión materialista es alimentada por un discurso científico autosuficiente que pretende tener todas las respuestas a las aspiraciones humanas; en consecuencia, sobra Dios.

o   Otro factor de alejamiento de la religión son los escándalos causados por miembros de la Iglesia. Hay comportamientos particularmente ofensivos que suscitan la ira de los fieles. Por las consecuencias que trae, el pecado del escándalo reviste una particular gravedad.

o   En ocasiones, las personas pelean con Dios porque lo consideran culpable de las injusticias del mundo. Estas rebeldías son frecuentes ante una enfermedad o la muerte de los seres queridos. La existencia del mal, en sus múltiples manifestaciones, constituye uno de los misterios impenetrables de la existencia humana. Al no entender los acontecimientos dolorosos, reaccionamos con rabia contra Dios, a quien consideramos cruel e injusto.

o   Con frecuencia, el alejamiento de Dios se mimetiza bajo las formas de una espiritualidad “light”, que conduce a un teísmo gaseoso, en el que abundan las velas de colores, los cuarzos y el incienso, con poco compromiso y una vida interior de un centímetro de profundidad… 

ü En síntesis, podemos afirmar que el indiferentismo religioso se ha apoderado de amplios segmentos de la población. Es doloroso el espectáculo de países que anteriormente enviaron miles de  misioneros a anunciar la buena noticia de Jesús a regiones remotas, y que hoy viven inmersos en un paganismo práctico. Los evangelizadores de ayer se han convertido en tierras de misión. A manera de ejemplo, mencionemos a España, Francia, Bélgica, Holanda, Canadá. Países que fueron profundamente católicos y que hoy  viven dentro de un crudo secularismo. 

ü El evangelista Juan reproduce una impactante pregunta  hecha por Jesús: “¿También ustedes quieren dejarme?” Con esta pregunta,  Jesús presiona a los discípulos  de ayer y de hoy para que tomemos posiciones claras, dejando a un lado las ambigüedades. 

ü Analicemos la pregunta de Jesús:

o   En el pasado, la práctica cristiana era un hecho sociológico que no admitía discusión. En una sociedad tradicional y homogénea, el guión estaba escrito de antemano.

o   Pero las cosas han cambiado radicalmente. El pluralismo propio de nuestra sociedad genera presiones negativas sobre la vivencia cristiana. Todo conspira para que abandonemos  las prácticas religiosas.

o   Fuimos bautizados dentro de la Iglesia Católica. Y esta decisión tomada por nuestros mayores inició una dinámica de participación en unos ritos.

o   La pregunta de Jesús a sus seguidores de todos los tiempos exige una respuesta personal, de apropiación de un compromiso manifestado por los papás y los padrinos.

o   Esta pregunta nos lleva a pasar de una fe heredada a una fe asumida como compromiso personal. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. El discurso sobre el pan de la vida, meditado a lo largo de estos domingos, concluye con una interpelación personal. Jesús nos interroga sobre el grado de compromiso de nuestra fe. Hagamos nuestra la hermosa respuesta de Simón Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”