XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü  Lecturas:

o   Profeta Isaías 50, 5-9

o   Carta del apóstol Santiago 2, 14-18

o   Marcos 8, 27-35 

ü El texto evangélico de hoy nos muestra un avance muy significativo en la agenda de Jesús. Hasta este momento, su ministerio apostólico se ha desarrollado en Galilea; ahora deja atrás a Galilea y se dirige hacia el norte, hacia el territorio pagano de Cesarea de Filipo, desde donde emprenderá su camino hacia Jerusalén, para vivir su Pascua personal, que es la tarea que le ha confiado el Padre. 

ü Antes de empezar a escribir este nuevo y definitivo capítulo de su misión, Jesús quiere evaluar hasta dónde sus seguidores han captado quién es Él. Esta evaluación es muy sencilla y aportará elementos muy enriquecedores para entender qué significa creer en Jesús. 

ü Jesús evalúa a dos poblaciones: las muchedumbres que lo han acompañado y sus discípulos más cercanos. La pregunta es la misma: “¿Quién dice la gente que soy yo?”, “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Es interesante anotar que la evaluación que hace Jesús no indaga sobre su doctrina sino sobre su persona. 

ü Analicemos brevemente la primera parte de su pesquisa:

o   Las muchedumbres  han acompañado a Jesús; lo han visto multiplicar los panes, curar enfermos, arrojar demonios, resucitar muertos.

o   Al ser testigos de estos hechos, ¿a qué conclusiones han llegado? Los seres humanos conocemos realidades nuevas refiriéndolas a situaciones conocidas con anterioridad. Por eso es natural que estos judíos sencillos y piadosos que han acompañado a Jesús y que lo han visto realizar signos extraordinarios, lo comparen  con los grandes personajes de la historia de Israel.

o   Por eso la respuesta a la pregunta “¿qué dice la gente que soy yo?”, necesariamente está conectada a la historia de Israel: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas”

o   Ciertamente, los contemporáneos de Jesús habían percibido en Él rasgos muy especiales que lo perfilaban como un enviado de Dios, dentro de la tradición profética que les era familiar.

o   Su percepción y experiencia les permiten  relacionarlo con los grandes profetas de Israel. Pero el pueblo no llegaba a afirmar que Jesús, el hijo del carpintero, fuera el Mesías. 

ü Superada esta primera evaluación general, Jesús interpela a los discípulos, y lo hace sin rodeos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”

o   ¿Qué pretende Jesús al formular una pregunta tan directa? Jesús se prepara para iniciar el viaje definitivo a Jerusalén, donde encontrará la muerte. Y quiere estar seguro de la solidez del compromiso de sus discípulos. Por eso no indaga  sobre la aceptación de sus enseñanzas; explora hasta dónde han llegado ellos en la percepción de su identidad y de su misión.

o   Pedro, el líder del grupo, toma la palabra en nombre de sus compañeros, y responde: “Tú eres el Mesías”.

o   Esta respuesta nos muestra que los discípulos habían llegado más allá del conocimiento alcanzado por las multitudes. Han llegado a comprender que Jesús es el Mesías, el Ungido del Señor, el último y definitivo enviado de Dios para realizar la salvación largamente esperada.

o   Ahora bien, Pedro y sus compañeros habían sido educados dentro de las tradiciones religiosas de sus mayores; por eso tenían una visión triunfal del Mesías, la cual Jesús se apresura a corregir pues se prepara para entrar en Jerusalén para inmolar su vida. 

ü Al corregir Jesús el imaginario popular sobre un Mesías poderoso y triunfante, en cuatro brochazos traza un cuadro que causa enorme escándalo entre sus discípulos:

o   El primer brochazo hace referencia a las torturas que lo aguardan; Jesús les dice que es necesario que el Hijo del hombre padezca mucho

o   El segundo brochazo pone en evidencia el abandono total en que quedará, pues los líderes religiosos le darán la espalda; Jesús les dice que será rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas.

o   El tercer brochazo revela la locura de la cruz; les dice que debe ser entregado a la muerte.

o   El cuarto brochazo agrega un poco de color en medio de esta sombría escena de dolor y muerte: resucitará al tercer día. 

ü Pedro, el emotivo del grupo, no resiste esta visión anticipada de lo que espera a su amado Maestro y procura disuadirlo; quiere cambiarle la agenda; pretende modificar el camino de redención emprendido por Jesús en obediencia al Padre. Pero Jesús rechaza enérgicamente estos intentos: “¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres” 

ü En el  texto evangélico que hemos escuchado, Jesús exige a sus discípulos de todos los tiempos posiciones claras. No basta con simpatizar con el discurso de Jesús. Él pide mucho más. Pide una opción total por su persona. La radicalidad de esta opción de vida la expresa Jesús cuando nos pide renunciar a nosotros mismos y cargar con la cruz. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Jesús hace un rápido test para evaluar el conocimiento y el compromiso de las muchedumbres y de los discípulos hacia Él. Así tomamos conciencia de que seguir a Jesús no es un divertido “pic-nic” de fin de semana, sino que se trata de una apuesta que implica la totalidad de la persona. En esta eucaristía pidamos la gracia de ser coherentes en nuestro seguimiento.