XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Libro de la Sabiduría 2, 12. 17-20

o   Carta del apóstol Santiago 3, 16; 4,3

o   Marcos 9, 30-37 

ü En el evangelio de hoy, Jesús hace una afirmación que va en contravía de las ambiciones de poder que acariciamos los seres humanos. Su intervención tiene como contexto una discusión entre sus discípulos sobre quién de ellos era el más importante. 

ü Los seres humanos de todos los tiempos somos iguales: hace 2000 años, los discípulos discutían sobre su ubicación dentro de la naciente jerarquía cristiana; los hombres de hoy discuten quién encabezará las listas para los cuerpos colegiados, quién se presentará para el Concejo o para la Asamblea o para la Cámara o para el Senado o para la Presidencia de la República.  ¡Nada hay nuevo bajo el sol! 

ü ¿Qué posición asume Jesús frente al tema en cuestión? Sus palabras son impactantes y no se habían escuchado antes: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Es una respuesta totalmente coherente de aquel que se había despojado de su condición divina para asumir nuestra naturaleza humana. 

ü Sabiendo cuál es la propuesta de Jesús, pasemos al  filósofo alemán Federico Nietzsche, quien ataca despiadadamente al Cristianismo:

o   Para este filósofo, el ideal del ser humano lo expresó la antigüedad clásica, así como los pueblos germanos. El ideal lo constituían seres fuertes, independientes, que no creían en paraísos después de la muerte y que sólo reconocían las realidades concretas y visibles.

o   Estos ideales de la antigüedad clásica y de los pueblos germanos fueron reemplazados por una visión diferente del mundo, impuesta por el Cristianismo.

o   Para Nietzsche, el Dios de los cristianos es el Dios de los resentidos, de los fracasados, de los que ocupan los últimos lugares de la sociedad. Y la Moral cristiana es una Moral para esclavos porque se inspira en la humildad, en la sencillez, en el desprendimiento.

o   Frente a estos valores del Cristianismo, que Nietzsche considera despreciables, él propone el ideal del “superhombre”, que fue   punto de inspiración para Hitler y su III Reich; un ser  superior destinado a regir los destinos de la humanidad. Todos sabemos en qué terminó esta pesadilla de una raza superior: 50 millones de muertos y la destrucción de medio mundo. 

ü Tenemos, pues, un claro enfrentamiento:

o   Jesús vs. Nietzsche

o   El que sirve a sus hermanos vs. el superhombre dominador 

ü Para poder tomar posición frente a estas posiciones extremas, exploremos un poco la condición humana. Tenemos que reconocer que la tendencia a ser los primeros y a sobresalir forma parte de la naturaleza humana. ¿Quién no quiere ganarse el “baloto”? ¿Qué joven universitario no aspira a  obtener una generosa beca de Colfuturo o de la Fundación Fulbright? ¿Qué equipo de futbol no sueña con coronarse campeón? 

ü Dentro de cada uno de nosotros existe una fuerza que nos presiona para que sobresalgamos. El lado oscuro de esta dinámica de superación es la competencia feroz, la carencia de límites éticos con tal de alcanzar el éxito, el capitalismo salvaje. 

ü Teniendo como telón de fondo la crítica demoledora de Nietzsche al Dios adorado por los cristianos y a los principios éticos de nuestra religión, profundicemos en las palabras de Jesús:

o   ¿Qué comentario le merecen las aspiraciones de sus discípulos? No los regaña por pretender ocupar los primeros puestos. Simplemente ofrece un criterio y traza un camino: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”

o   Jesús no rechaza los deseos de sobresalir. No es malo querer ocupar los primeros puestos: en los estudios, en los deportes, en el ejercicio profesional. La novedad de su mensaje radica en el camino que Él propone: para destacarnos no podemos atropellar a los demás, sino  actuar a favor de ellos. 

ü De ahí la enorme responsabilidad de los padres de familia y educadores, que debemos inculcar en los jóvenes el deseo de superación pero por el camino correcto. Debemos evitar  aquellos estímulos perversos que excitan un desmedido espíritu de competencia. Por el contrario, debemos favorecer la cultura del “juego limpio” en el deporte, en los negocios, en la vida política. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Como tema de reflexión hemos contrapuesto a Jesús y al filósofo Federico Nietzsche; el uno con una propuesta de liderazgo a través del servicio, y el otro con el modelo de un “superhombre” soberbio y dominador. El ideal cristiano de una sociedad en la que se respetan los derechos humanos fundamentales excluye la tentación del poder hegemónico y pide la implantación de unos modelos de organización social y política inspirados en el servicio y atentos a la salvaguarda del bien común.