XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Isaías 53, 10-11

o   Carta a los Hebreos 4, 14-16

o   Marcos 10, 35-45 

ü El dinero y el poder son dos grandes protagonistas de la historia humana porque condicionan las decisiones de los individuos, trazan el rumbo de las relaciones sociales y definen los intercambios entre las naciones. Pues bien, estos dos temas aparecen en la agenda litúrgica dominical:

o   Al dinero nos referimos el domingo anterior, cuando explicábamos el encuentro de Jesús con el joven rico, que le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”

o   Al poder nos referiremos hoy, pues es el centro de la catequesis que Jesús desarrolla dentro del círculo íntimo de sus discípulos. 

ü Cuando hablamos del poder, no hay que pensar exclusivamente en las relaciones que se establecen  entre el pueblo y sus dirigentes políticos y empresariales. También cabe hablar de uso del poder en la familia (relaciones  de pareja y entre padres e hijos), en el sistema educativo (relaciones profesor – alumno), en la vida de la Iglesia (relación Obispo – sacerdote – comunidad). La dinámica del poder atraviesa todas las relaciones sociales. 

ü ¿Cómo surge este tema dentro de las catequesis que Jesús dirigía a sus discípulos con el fin de formarlos como los futuros dirigentes de su proyecto del Reino? El tema aparece en una solicitud expresada por los hermanos Santiago y Juan: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a  tu izquierda cuando estés en tu gloria”. 

ü Esta petición, que los hijos de Zebedeo consideraron que estaba dentro de lo normal, encontró un rechazo frontal por parte de sus compañeros, y los diez apóstoles protestaron contra esta pretensión.  Este tipo de solicitudes son frecuentes en la vida diaria de las organizaciones y las conocemos bajo el nombre genérico de “tráfico de influencias”, que consiste en aprovechar la amistad para obtener un beneficio personal. 

ü Esta petición puso a Jesús en una situación comprometedora porque amenazaba la equidad que Él debía conservar en su trato con el equipo de sus inmediatos colaboradores.  A la manera de un experimentado Jefe de Recursos Humanos de una importante empresa, hace una breve entrevista a los dos aspirantes a estos puestos privilegiados: “¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado? Con estas palabras, Jesús se refería a los tormentos que le aguardaban… Ellos respondieron afirmativamente a las preguntas de la entrevista y, en una elemental lógica humana, debieron creer que su petición había sido aceptada. 

ü Pero Jesús continuó el diálogo de manera desconcertante, pues afirmó que el puesto de honor no consistía en sentarse uno a la derecha y otro a la izquierda; además, esta determinación no podía  tomarla Él sino su Padre celestial.  El verdadero privilegio consiste en  compartir su suerte y beber con Él el cáliz del dolor en beneficio de la humanidad. La lógica de Jesús hace saltar en mil pedazos la lógica humana; lo que reviste importancia para la sociedad, carece de significación ante Dios. 

ü Los seres humanos soñamos con ascender por la escala del reconocimiento social. Pero la lógica asumida por Dios en su plan de salvación siguió la dirección contraria: En Jesús, el Hijo eterno de Dios se despojó de su condición divina para asumir nuestra condición humana. Para hacer más evidente este despojo voluntario al que se somete el Hijo eterno de Dios, la liturgia de este domingo nos trae un breve pasaje del profeta Isaías que describe, de manera patética, el sufrimiento que padecerá  el Siervo de Yahvé para que nosotros tengamos acceso a la vida divina. La lógica humana busca  el ascenso social; la lógica del plan de salvación es  despojarse de la condición divina… 

ü Ante las pretensiones de los hermanos Santiago y Juan, Jesús da una lección memorable sobre el uso del poder y el sentido de la autoridad: “El que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a  que lo sirvan, sino a dar su vida por la redención de todos”

ü Además podemos leer, entre líneas, un mensaje sutil respecto a la autoridad moral. Ciertamente los cargos dentro de una estructura organizacional van acompañados de unas funciones y de las herramientas para que éstas puedan llevarse a cumplimiento. Pero hay una realidad más profunda que no puede ser expresada  por los reglamentos ni por los manuales de funciones. Se trata de la autoridad moral o reconocimiento que la persona va ganando gracias a su dedicación, sentido de la justicia, capacidad de inspirar a su equipo de trabajo. Por eso hay dos tipos de jefes: los que son temidos y los que son respetados. Los que generan temor imponen su autoridad por la intimidación que ejercen; los que son respetados convocan con la autoridad moral que irradian. 

ü Este texto de Jesús sobre el uso del poder debería ser meditado una y mil veces por todas aquellas personas que detentan alguna parcela, pequeña o grande, de autoridad: padres de familia, educadores, jefes de recursos humanos, dirigentes empresariales, políticos, líderes religiosos. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Con un estilo sencillo y pedagógico, Jesús da una lección magistral sobre el significado del liderazgo dentro de los colectivos sociales. Nos enseña que el reconocimiento social no se  obtiene buscando el protagonismo ni queriendo llamar la atención. Nos hace caer en la cuenta de que el reconocimiento social se gana por el camino del servicio. Jesús nos está diciendo a todos aquellos que tenemos responsabilidades particulares dentro de las instituciones que el poder no se puede ejercer sobre los demás, sino que es para el crecimiento de los demás.