XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   I Libro de los Reyes 17, 10-16

o   Carta a los Hebreos 9, 24-28

o   Marcos 12, 38-44 

ü La liturgia de hoy nos anuncia un mensaje de generosidad, a través del ejemplo de estas dos sencillas mujeres: la viuda de Sarepta que compartió con el profeta Elías la última ración de harina que quedaba en su despensa, y la mujer que dio como limosna dos monedas, que era todo lo que tenía en medio de su pobreza. 

ü Las dos mujeres que ocupan el centro de estos relatos bíblicos son viudas. ¿Se trata de una simple coincidencia? ¿Cuál es el significado de esta precisión sobre su estado civil?

o   Recordemos que la vida de Israel giraba alrededor de estructuras patriarcales; el hombre era el gran protagonista de la vida social, económica, política y religiosa.

o   En este contexto patriarcal y machista,  la inserción de la mujer en la sociedad era a través del marido; de ahí que la muerte de éste significaba para la mujer un duro golpe para su status y presencia en la vida de la comunidad. La mujer sola estaba en una terrible desventaja.

o   De ahí que la generosidad mostrada por estas dos mujeres reviste un particular significado, porque es el desprendimiento de quien carece aun de lo básico.

o   ¿Qué motivos llevaron a  estas mujeres a entregar lo poco que tenían? En el caso de la viuda de Sarepta, su generosidad fue un gesto de solidaridad con el profeta que pasaba hambre; se trata de un comportamiento frecuente entre personas de escasos recursos. En el caso de la viuda del Templo, su generosidad estuvo inspirada en el deseo de contribuir al mantenimiento de la Casa de Dios.

ü Hagamos un alto en el camino para preguntarnos por qué motivos los seres humanos dan dinero a las organizaciones sociales y religiosas. En medio de la infinita variedad de motivos, podemos identificar dos grandes grupos: aquellos que lo hacen por razones nobles y altruistas, y aquellos que tienen otras agendas  poco transparentes, aunque siempre las disfrazan de filantropía. 

ü Empecemos por este segundo grupo:

o   Aquellos personajes que han acumulado una fortuna por medios poco ortodoxos, buscan alcanzar una cierta respetabilidad a través de sus aportes a obras sociales; por este camino pretenden que la sociedad perdone el origen ilegítimo de su dinero.

o   Otras personas  se muestran generosas con los demás con el fin de comprar fidelidades que pueden ser útiles en el futuro. Estos favores no son gratuitos sino que se cobran; y las formas de pago son múltiples: desde el voto el día de las elecciones hasta la acción delictiva. Los mafiosos y algunos políticos son hábiles maestros en este arte de las fidelidades compradas dando dinero en medio de las necesidades.

o   Una situación dramática de aparente generosidad la promueven aquellos padres de familia que, por múltiples razones, no tienen una relación cercana con sus hijos, y tratan de compensar con  dinero el afecto que no les dieron. En los casos de tormentosos procesos de divorcio, los hijos se convierten en campo de batalla del odio de sus padres, y se busca ganarlos para la propia causa con regalos. 

ü Estos son algunos ejemplos de aparentes expresiones de generosidad que ocultan motivaciones oscuras. 

ü Pasemos ahora a aquellas personas que comparten sus bienes, su tiempo y su experiencia por motivos nobles que vale la pena explicitar:

o   Hay muchas personas que tienen alma de filántropos y desean contribuir, en la medida de sus posibilidades, al mejoramiento del mundo en que vivimos. Así contribuyen al desarrollo de la ciencia, apoyan campañas humanitarias. Los ejemplos son infinitos, gracias a Dios.

o   Otras personas tienen un acendrado sentido de la justicia social y aportan a la construcción de  un mundo más equitativo e incluyente. Conocemos la existencia de numerosas organizaciones de voluntarios y voluntarias que entregan su tiempo y su afecto a los niños, a los ancianos, a las madres solteras, a los enfermos, etc.

o   También conocemos a personas que, además de su sensibilidad humana y social, viven intensamente su compromiso cristiano y actúan  de manera que su fe se traduce en acciones de justicia, y reconocen en los pobres a los predilectos de Dios. 

ü En este domingo  dejemos que el ejemplo de estas dos sencillas mujeres inspire nuestras vidas y avancemos en la puesta en práctica de la responsabilidad social allí donde  estamos: en el hogar, en la empresa, en la política, en la comunidad; y pidámosle a Dios que descubramos la alegría de compartir lo que tenemos, lo que somos, lo que sabemos.