IV Domingo de Adviento, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Miqueas  5, 1-4

o   Carta a los Hebreos 10, 5-10

o   Lucas 1, 39-45 

ü El evangelio de hoy nos narra la escena de la Visitación de María a Isabel. Se trata de un encuentro cargado de emotividad y con un profundo significado teológico. María, la joven madre, representa la nueva y definitiva Alianza de Dios con la humanidad; Isabel, embarazada en su ancianidad, lleva en sus entrañas al último de los profetas del Antiguo Testamento. 

ü Isabel es la primera persona, después de José,  que comprende lo que está viviendo María a partir del anuncio del ángel. Y con la emotividad propia de los orientales, exclama: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”  

ü El reconocimiento de la acción de Dios en María hace que Isabel confiese con humildad la profunda diferencia que existe entre ellas: “¿Quién soy yo, para que la Madre de mi Señor venga a verme?” Es un reconocimiento espontáneo, lleno de agradecimiento y de humildad, sin sombra de envidia o resentimiento… 

ü A continuación, Isabel pronuncia una frase de gran densidad teológica: “Dichosa tú, que has creído”:

o   El rasgo más destacado de la espiritualidad de María es su fe. Ella ha acogido plenamente la palabra de Dios que le fue comunicada por el ángel en la Anunciación.

o   Ella no pide pruebas ni exige seguridades ni fija condiciones. Le basta con saber que ese es el plan de Dios y lo acepta sin reservas.

o   Cuando María manifiesta su aceptación,  flotan mil preguntas que en ese momento no tienen respuesta. Sin embargo, María deja a un lado los posibles interrogantes y su interior es inundado por una confianza sin límites. 

ü En los libros de Teología existe un capítulo especial dedicado al estudio de la persona de María dentro de la historia de la salvación. Este capítulo se llama “Mariología” o “Tratado sobre María”. 

ü Pues bien, las palabras que el evangelista Lucas pone en labios de Isabel constituyen la introducción más elocuente de ese “Tratado”. Isabel usa expresiones muy densas; la llama “bendita”, "Madre de mi Señor”, “bienaventurada”, “aquella que ha creído”. Estas expresiones formulan acertadamente lo que es María dentro del plan de Dios. Este  capítulo de la Teología llamado “Mariología” se ilumina con las profundas percepciones de Isabel, quien ha descubierto la acción de Dios en María, sus sentimientos más hondos, su espiritualidad.  

ü Al aproximarse las celebraciones del nacimiento de Jesús, debemos subrayar que se trata de la fiesta de los humildes y sencillos:

o   Como nos lo recuerda el profeta Miqueas, en la primera lectura que escuchamos, el escenario de este acontecimiento que partió en dos la historia de la humanidad es un pueblito que, por su insignificancia, no figuraba en los mapas del mundo antiguo. “De ti, Belén de Efratá, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel”. Si el  nacimiento del Mesías hubiera sido planeado según la lógica humana, el lugar de su nacimiento habría sido Jerusalén, la capital religiosa y política. Pero la lógica del plan de Dios rompe los paradigmas del poder.

o   Cuando Dios quiso escoger a la madre de su Hijo, no dirigió sus ojos al “jet-set” de las familias judías, sino que señaló a una hermosa campesina anónima de las montañas de Judea.

o   Estas opciones de Dios no deben extrañarnos pues Él se presenta como el que se inclina sobre los pobres, los humildes, los que son insignificantes a los ojos del mundo.

o   Así, pues, si queremos comprender el mensaje de Jesús en esta Navidad debemos dejar a un lado las apariencias de la sociedad de consumo para abrir nuestra mentes y corazones de manera desprevenida.  

ü La basílica de la Natividad, en Belén, tiene una sola puerta que es tan baja que es necesario agacharse para entrar. Esta incomodidad en el diseño arquitectónico de la basílica tiene un profundo mensaje: si queremos entrar en el significado de la Navidad debemos abajarnos y hacernos pequeños… 

Es hora de terminar nuestra meditación   sobre la Visitación de María a Isabel, en este  último domingo de preparación para la Navidad. La calidez y la emotividad de este encuentro nos sensibilizan para que celebremos estos sagrados misterios con devoción, dejando que Dios nos hable a través de la liturgia y de los símbolos del pesebre, el árbol y los villancicos.