IV Domingo del Tiemjpo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

 ü Lecturas:

o   Profeta Jeremías 1, 4-5. 17-19

o   I Carta de San Pablo a los Corintios 12, 31 – 13,3

o   Lucas 4, 21-30

 

ü Hoy centraremos nuestra meditación dominical en el  texto de la I Carta a los Corintios, conocido como el “himno al amor”, que muchas parejas escogen para la liturgia de su boda.

 

ü El apóstol Pablo analiza, desde la teología, el lugar que le corresponde al amor en las relaciones con Dios y con los hermanos.

 

ü Sabemos que el amor es la inspiración por excelencia de innumerables artistas a lo largo de la historia; es el argumento central de casi todas las obras literarias; la música expresa  la felicidad del amor encontrado, así como el dolor y la rabia por los corazones rotos; es argumento infaltable en el cine.

 

ü ¿Cuál es la afirmación central del apóstol Pablo? Afirma, de manera contundente, que el amor es el valor central de la existencia humana, y el que da sentido a todo lo que hacemos. Escuchemos de nuevo sus palabras: “Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena o unos platillos que aturden”

 

ü Estas palabras de San Pablo invitan a revisar las prioridades de nuestras agendas:

o   Hay muchos padres y madres de familia que dedican poco tiempo a sus hijos por causa del trabajo o de otros compromisos que los sacan del hogar. Por esta razón no ven crecer a sus hijos ni comparten con ellos los primeros años de vida, que son definitivos para el desarrollo afectivo e intelectual. Utilizando las palabras de San Pablo, las actividades frenéticas de estos padres y madres de familia sólo  son platillos que aturden.

o   Hay muchos sacerdotes que se dejan absorber por los problemas administrativos de sus obras apostólicas. No tienen tiempo para compartir con la gente, para ser partícipes de sus alegrías y tristezas. Retomando las palabras de San Pablo, podemos afirmar que las actividades frenéticas de estos sacerdotes solo son platillos que aturden, pues no han tenido tiempo para amar a la gente.

 

ü San Pablo, un hombre sabio y profundo conocedor de la vida, sabía muy bien que el amor necesita traducirse en la vida diaria, y debe ser cultivado; de lo contrario, se marchita. Por eso habla de comprensión, servicialidad, sencillez, educación, generosidad.

 

ü Uno de los peores errores que se puede cometer en las relaciones interpersonales es creer que se tiene asegurado el amor y que está a prueba de riesgos, como si estuviera protegido por una póliza total:

o   Los pequeños detalles ocupan un lugar central dentro de la estrategia de cuidar el amor. Con frecuencia se los descuida por el hecho de ser pequeños. ¡Grande error! La calidad  de la convivencia es el resultado  de ese conjunto de pequeños gestos y palabras.

o   La comunicación es un factor esencial. Si hay buenos canales de comunicación, el amor se fortalece; si esos canales están bloqueados, el amor se acaba. Además la comunicación es mucho más que el simple intercambio de información; implica la capacidad de analizar problemas y situaciones con objetividad; lo más difícil de la comunicación es ser capaces de compartir sentimientos: sin juzgarlos, sin descalificarlos, en comunión silenciosa y respetuosa.

o   Un tercer componente del amor concreto es la capacidad de perdonar. Ahora bien, el perdón otorgado supone un propósito de enmienda serio, que no se limita a palabras para volver después a los malos pasos. El auténtico perdón no acumula viejos rencores  sino que es  capaz de pasar la página para empezar a escribir un capítulo nuevo.

 

ü Es hora de terminar nuestra sencilla meditación dominical. Interioricemos los dos mensajes que nos comunica el apóstol Pablo sobre el amor como elemento esencial para que la vida tenga sentido, y cómo el SÍ del amor debe ser confirmado cada día.