Domingo de Ramos, Ciclo B
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
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Lecturas:
o
Profeta Isaías 50, 4-7
o
Carta de san
Pablo a los Filipenses 2, 6-11
o
Pasión según
san Marcos 15, 1-39
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El Domingo de
Ramos comienza el tiempo litúrgico de la Semana Santa, en el que los cristianos
conmemoramos la pasión, muerte y resurrección del Señor. El misterio pascual es
el clímax de la historia de la salvación.
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El texto de la
Carta a los Filipenses que acabamos de escuchar nos permite percibir la
profundidad de lo que celebramos. Nos dice el apóstol Pablo: “Cristo, siendo
Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición
divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición
de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se
humilló a sí mismo y por obediencia
aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz”
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Este texto de
san Pablo es estremecedor. ¿Por qué esta renuncia radical? ¿Por qué
despojarse
de las prerrogativas de su condición divina? Estamos ante un gesto
infinito de amor que nos resulta sobrecogedor. Su paso de la muerte a la vida es
el camino que nos permite acceder a la participación de la vida divina. Nuestra
capacidad de comprensión es desbordada por esta iniciativa de Dios. Sólo nos
queda agradecer en silencio este supremo acto de amor y entrega. Este texto de
la Carta a los Filipenses nos descubre dos horizontes, absolutamente
contrastantes, de cómo los seres
humanos planeamos nuestras vidas y cómo Dios, en su misterio, ha trazado la
historia de la salvación:
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A los seres
humanos nos motiva la posibilidad de ascender en el trabajo y mejorar los
ingresos para así disfrutar de mejores condiciones de vida. Más aún, censuramos
a los conformistas y resignados que no ponen de su parte para mejorar. Así es la
dinámica de la existencia humana.
o
Por eso nos
sentimos profundamente desconcertados ante los eventos que se desencadenan en
Jerusalén y que terminarán en la crucifixión del Señor. ¿Cómo es posible que el
Justo por excelencia sea víctima de las peores injusticias? ¿Por qué el
sembrador de paz es neutralizado
por los violentos? ¿Cómo se explica que la
Bondad misma, que llenó de amor y de esperanza el corazón de los excluidos, sea
aniquilada por la maldad de unos dirigentes políticos y religiosos? ¿Cómo es
posible que quien
devolvió la salud a los enfermos y la
vida a los muertos termine clavado en una cruz, crueldad que estaba reservada a
los peores delincuentes?
o
Por eso san
Pablo afirma que la Cruz es locura para los gentiles y escándalo para los
judíos. La Cruz levantada en el Gólgota hace realidad lo inimaginable.
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Pero,
¡atención! Esta Cruz, que es locura y escándalo, no pone punto final a una
existencia terrena, sino que es camino hacia algo infinitamente superior.
Después de que san Pablo ha descrito en Filipenses este misterio del
anonadamiento del Hijo de Dios, afirma de manera impactante: “Por eso Dios lo
exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre,
para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra
y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre”
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Los misterios
que conmemoramos en estos días santos nos hacen reflexionar sobre las
polaridades muerte – vida, despojo – exaltación, servidumbre – señorío,
polaridades que está en las entrañas mismas de nuestra fe. No seamos simples
espectadores de las ceremonias de la Semana Santa sino vivámosla de manera que
sea una inmersión en ese mar sin orillas que es el amor de Dios.
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Además de
estas consideraciones generales sobre el significado de la Pascua del Señor, los
invito a detenernos brevemente en lo que sucede el Domingo de Ramos:
o
Las multitudes
acogen gozosamente al Señor. A través de los cantos y gestos de bienvenida
expresan una profunda esperanza. “Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene
en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en el cielo!”. El pueblo
creyente siente que sus esperanzas
finalmente se han hecho realidad en este humilde personaje que recorre las
calles de la ciudad santa de Jerusalén.
o
Pero, ¿qué
sucede pocos días después? Las voces de los que cantaban “Hosanna” fueron
acalladas por los gritos apasionados de “Crucifícale, crucifícale”. ¿Qué pasó?
Pudieron intervenir varios factores: temor ante las posibles represalias,
protagonismo de los violentos, volatilidad de las masas que hoy exaltan y mañana
hunden (esto lo saben muy bien los equipos deportivos y sus directores
técnicos…)
En este Domingo de Ramos contemplemos a Jesús que entra en Jerusalén para dar cumplimiento a su misión, y dispongámonos a celebrar con devoción los misterios centrales de nuestra salvación