Domingo XVII del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü  Lecturas:

o   II Libro de los Reyes 4, 42-44

o   Carta de san Pablo a los Efesios 4, 1-6

o   Juan 6, 1-15 

ü El tema central de las lecturas de este domingo –la multiplicación de los panes - se relaciona con la economía, la cual, en términos coloquiales, tiene que ver con las necesidades de la comunidad y los recursos para atenderlas. La inmensa mayoría de los seres humanos tenemos restricciones de tipo económico. Solo un puñado de multimillonarios pueden gastar sin pensar si les van a alcanzar los recursos. Esto lo viven diariamente las familias que deben manejar cuidadosamente sus ingresos, controlar los gastos, priorizar las inversiones. El sentido común nos recomienda que los gastos no pueden sobrepasar los ingresos, y que el crédito debe manejarse con cautela porque es un monstruo que nos puede devorar. 

ü Esta experiencia de las restricciones también se vive en los diversos niveles de la administración pública: municipios, departamentos y gobierno nacional. En nuestros países, los recursos no alcanzan para atender las necesidades de salud, educación, vivienda, justicia, seguridad. 

ü Pues bien, en la liturgia de este domingo encontramos dos situaciones en las que los recursos existentes no alcanzan para satisfacer las necesidades inmediatas:

o   En la primera lectura, tomada del II Libro de los Reyes, se nos presenta la escena de cien hombres que necesitan ser alimentados, pero solo hay veinte panes. El empleado del profeta Eliseo pregunta con asombro: “¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?”. Le parecía absurda la orden de su jefe Eliseo, pues las matemáticas no le daban.

o   En el evangelio, vemos a Jesús rodeado de muchísima gente; en esta escena es todavía más grave la desproporción entre la necesidad que había que atender y los recursos disponibles: cinco panes de cebada y dos pescados para dar de comer a más de cinco mil personas. Los apóstoles que acompañaban a Jesús  se muestran muy preocupados.

 

ü Estos dos textos bíblicos nos hacen caer en la cuenta de la profunda diferencia que existe entre los principios económicos que deben ser tenidos en cuenta en los proyectos humanos y la forma como obra Dios. Los proyectos humanos son limitados; los recursos son escasos; hay que moverse con prudencia para que las necesidades básicas puedan ser satisfechas. 

ü Por otra parte, la revelación nos muestra que el plan de Dios desborda las restricciones humanas; ya no hablamos de límites sino que estamos frente a la infinitud del ser. El amor de Dios, su generosidad y su misericordia son infinitos. Por eso solo Él  puede saciar nuestra búsqueda de verdad, amor y felicidad. Este el mensaje que nos comunican los dos textos bíblicos que inspiran nuestra meditación dominical:

o   En el II Libro de los Reyes, el profeta Eliseo le dice a su empleado: “Dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el Señor: comerán todos y sobrará. El criado repartió los panes a la gente: todos comieron y todavía sobró, como había dicho el Señor”.

o   El evangelista Juan nos narra que después de alimentar a más de cinco mil personas, sobraron doce canastos de pan. 

ü Estas dos escenas de multiplicación de los panes, en las que vemos que la acción de Dios supera infinitamente las restricciones y límites de los proyectos humanos, deberían marcar el tono de nuestra oración, que debe ser un diálogo confiado con Aquel que nos ha creado a su imagen y semejanza y que, a través de la muerte y resurrección de su Hijo, nos ha constituido en sus herederos; Dios quiere que seamos felices, nos invita a compartir su Vida, conoce nuestras fragilidades y tiene paciencia con nosotros. La generosidad de Dios no conoce límites.  

ü Estas dos escenas de la multiplicación de los panes son figura y anticipación de la Eucaristía, que es el encuentro por excelencia con la Palabra de Dios anunciada por la Iglesia y donde el Señor se nos da como alimento. 

ü Estos textos de las dos multiplicaciones de los panes también nos transmiten un profundo mensaje de contenido social: la solidaridad con las personas necesitadas, en lugar de empobrecernos, nos enriquece. Todos hemos experimentado la alegría de dar nuestro tiempo a los demás, ayudarles con nuestros conocimientos y experiencia. Las personas generosas son más felices que las personas que permanecen acuarteladas en su pequeño mundo. Cuando estamos cerca del dolor de los hermanos, relativizamos nuestros problemas y apreciamos los dones de Dios; por el contrario, las personas que se cierran en su egoísmo, magnifican sus males y siempre están insatisfechas con lo que son y lo que tienen.