Domingo XXII del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
ü
Lecturas:
o
Deuteronomio 4,
1-2. 6-8
o
Carta del apóstol
Santiago 1, 17-18. 21-22. 27
o
Marcos 7, 1-8.
14-15. 21-23
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Las lecturas de
este domingo nos ofrecen elementos muy ricos para reflexionar sobre el
comportamiento de los creyentes; podríamos decir que nos ofrecen un
Curso básico de moral cristiana, distribuido en tres lecciones, siguiendo
las lecturas del día.
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Empecemos por el
libro del Deuteronomio; allí Moisés exhorta al pueblo de Israel a poner en
práctica los mandatos y preceptos del Señor. Siguiendo con la imagen del
Curso básico de moral cristiana,
veamos algunas enseñanzas de esta primera lección:
o
Dice Moisés que
los mandatos del Señor “son la sabiduría y prudencia de ustedes a los ojos de
los pueblos”. Estas dos palabras, sabiduría y prudencia, nos enseñan que los
mandamientos del Señor son la brújula que señala el camino y muestran los
valores esenciales que deben ser tenidos en cuenta cuando tomamos decisiones. Si
nos olvidamos de los mandatos del Señor, caminaremos sin rumbo.
o
En esta primera
lección sobre moral que nos ofrece el libro del Deuteronomio, encontramos otra
enseñanza, que se refiere al testimonio: si obramos en coherencia
con los principios morales básicos y actuamos según los valores que
propone nuestra fe, “los pueblos se dirán: en verdad esta gran nación es un
pueblo sabio y prudente”. La gente nos juzgará por las actuaciones que tengamos;
las acciones positivas motivan y convencen; las acciones negativas escandalizan
y alejan.
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Pasemos ahora a la
Carta del apóstol Santiago. ¿Qué aportes nos hace esta segunda lección del
Curso básico de moral cristiana? Allí
encontramos orientaciones muy precisas:
o
Nos dice el
apóstol: “Acepten dócilmente la Palabra que ha sido sembrada en ustedes y es
capaz de salvarlos”. A través de esta sencilla imagen tomada de la agricultura,
Santiago expresa la transformación que se ha
obrado en nosotros, gracias a la muerte y resurrección del Señor, pues la
vida divina nos ha hecho renacer a una vida nueva.
o
El apóstol
Santiago nos describe, en palabras sencillas y elocuentes, lo que debe ser
la vida moral del creyente: “Pongan en práctica esa Palabra y no se
limiten a escucharla”. En esta perspectiva, la moral del cristiano consiste en
expresar en lo cotidiano la vida nueva,
cuya semilla ha sido sembrada en
nosotros por el bautismo que hemos recibido.
o
Las aguas del
bautismo nos hacen participar en la muerte y resurrección del Señor, abriéndonos
a una vida nueva. Por eso cada uno de nuestros actos debe hacer evidente esa
transformación interior que se ha obrado en nosotros. Por eso el apóstol
Santiago afirma que “la religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre,
consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y en
guardarse de este mundo corrupto”.
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En este
Curso básico sobre la moral cristiana,
llegamos a la tercera lección, que está consignada en el texto evangélico que
hemos escuchado:
o
Jesús responde a
una crítica manifestada por los escribas
y fariseos: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la
tradición de nuestros mayores?”. Recordemos que la religión judía tenía normas
muy estrictas para garantizar la pureza ritual que se exigía a
los creyentes para poder participar en las fiestas religiosas.
o
Jesús critica con
vehemencia esta obsesión por respetar los formalismos. En su argumentación, toma
unas palabras del profeta Isaías y las aplica a los escribas y fariseos:
“¡Hipócritas! Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de
mí”.
o
Jesús propone,
entonces, lo que algunos autores contemporáneos llamarían una
moral de actitudes; critica la
posición de aquellos que se quedan en los gestos externos desinteresándose de
las motivaciones profundas y de las intencionalidades que conducen a actuar de
determinada manera. Por eso afirma que “lo que mancha es lo que sale de dentro;
porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones,
los robos, los homicidios (…)”
o
¿A dónde nos
conduce una moral de actitudes? Nos
lleva a no quedarnos en el simple reconocimiento de las acciones negativas, como
lo hacen muchas personas cuando se acercan al sacramento de la reconciliación;
no basta con decir que he faltado a la misa de los domingos o que he hecho
trampa en los negocios o que he hablado mal de los otros afectando su
buen nombre. La moral de actitudes
nos pide ir a la raíz de los comportamientos negativos y preguntarnos por qué
estamos obrando así.
o
Utilizando el
lenguaje propio de la salud, podríamos decir que los actos son como la fiebre
que pone en evidencia que el organismo está padeciendo una infección; lo que se
ataca con los antibióticos no es el síntoma – la fiebre – sino el foco
infeccioso. De manera semejante, podemos afirmar que los actos negativos son los
síntomas o manifestaciones de que algo más profundo no está funcionado de manera
adecuada. Por eso no debemos quedarnos en una moral de actos sino avanzar hacia
una moral de actitudes. Este es el
mensaje de Jesús cuando afirma que “del corazón del hombre salen las intenciones
malas”.
ü
Las lecturas de
hoy nos enseñan que la auténtica moral del creyente no se reduce a cumplir unos
formalismos. La fe nos pide construir un proyecto de vida que busque
permanentemente la coherencia entre ese ser nuevo que ha renacido de las aguas
del bautismo, las actitudes que se van modelando en lo profundo del corazón y
los actos de justicia, honestidad y solidaridad. Por eso decíamos al principio
de esta meditación que estas lecturas nos ofrecen una especie de
Curso básico de moral cristiana.