Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
Una mirada
diferente de las personas y los acontecimientos
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Lecturas:
o
I Libro de los
Reyes 17, 10-16
o
Carta a los
Hebreos 9, 24-28
o
Marcos 12, 38-44
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Centraremos
nuestra meditación dominical en el personaje que aparece en la segunda parte del
relato evangélico que acabamos de escuchar, la viuda que da una limosna en
el Templo de Jerusalén. La historia narrada por el evangelista es muy
simple, pues nos cuenta la admiración
expresada por Jesús ante la generosidad de una mujer pobre. Nada especial. Pero
cuando realizamos una lectura más cuidadosa del texto, descubrimos unas vetas
insospechadas que nos invitan a analizar, de manera diferente, las personas y
los acontecimientos.
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Jesús es un
penetrante observador de lo que sucede a su alrededor. Al entrar en el
Templo, identifica dos tipos de
visitantes: Por una parte, están los personajes importantes, que llaman la
atención por las vestimentas que llevan, el séquito que los acompaña y por los
cuantiosos aportes que hacen a los sacerdotes; están allí para ser vistos;
que la gente comente en voz baja su
nombre y que hablen de la cantidad de dinero que entregaron. Y están los otros,
la masa anónima de los que entran y salen, que pasan desapercibidos.
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Jesús no presta
atención a los importantes; para Él, los protagonistas sociales carecen de
interés. Su mirada se dirige a la viuda que entrega unas pocas monedas. ¿Qué nos
está diciendo esta mirada diferente de Jesús? Jesús nos enseña a leer los
acontecimientos, no como lo hacen las periodistas, que persiguen a los ricos y
famosos. Para Jesús, los protagonistas son otros: los pobres, los seres anónimos
que silenciosamente cumplen sus deberes y pasan en puntillas por la vida,
invisibles para la sociedad pero no para Dios.
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Esta mirada
diferente de Jesús nos motiva a ir más allá de las apariencias para descubrir en
ese ser humano común y corriente la
riqueza de su mundo interior, valorar sus luchas, aprender de su sabiduría. En
este momento recordemos a esas personas que están presentes en nuestra vida
diaria proporcionándonos bienestar, y a quienes prestamos poca atención: el
vigilante del parqueadero, la señora que nos lleva el café a la oficina, el
mensajero; muchas veces desconocemos su apellido e ignoramos casi todo sobre su
vida personal…
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En este sencillo
relato de la viuda del Templo, aprendemos a valorar, no desde los reflectores de
la fama, sino desde la profundidad de los valores humanos.
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Los invito a que
continuemos esta lectura reposada del texto del evangelista Marcos. También
descubrimos que Jesús no se deja deslumbrar por la magnitud del aporte; no cae
bajo el hechizo de la cantidad; lo que impresiona a Jesús es el
significado de la limosna de esta
mujer, pues no dio lo que le sobraba sino todo lo que tenía para vivir.
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No sucumbamos ante
el brillo del lujo ni ante el precio de los productos de marca; Jesús nos invita
a descubrir el valor de lo simple, de lo pequeño, de lo cotidiano; lo que
aparentemente se ve como insignificante – dos monedas de baja denominación -,
puede expresar realidades muy profundas. Para nuestra sociedad de consumo, que
presenta como modelos de identificación a las divas y divos de la farándula con
sus cuerpos perfectos y sus extravagancias, esta valoración de lo
pequeño y simple es una sabia llamada de
atención.
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Finalmente, esta
lectura meditada del sencillo relato de la viuda del Templo, nos ayuda a revisar
el concepto que tenemos sobre la generosidad, que no consiste en dar mucho sino
en darse; no se trata de firmar un cheque con muchos ceros – que ojalá lo
hicieran con frecuencia aquellos que tienen recursos -; es mucho más importante
dar una parte de lo que somos. ¿Cómo podemos dar una parte de lo que somos?
Compartiendo nuestro tiempo y lo que sabemos, lo cual puede hacerse de muchas
maneras: colaborando en las organizaciones parroquiales o en las numerosas
fundaciones que existen en la ciudad, o apoyando algún proyecto específico de
impacto social o visitando a personas necesitadas
de compañía. Son infinitas las
posibilidades de expresar la generosidad.
Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Una lectura cuidadosa de este sencillo texto evangélico nos descubre profundas enseñanzas: En primer lugar, descubrimos que para Dios los protagonistas de la historia no son los personajes que detentan el poder político y económico, sino las personas sencillas, que pasan desapercibidas. En segundo lugar, Jesús nos invita a valor las cosas sencillas que, hechas con amor, adquieren una honda significación. En tercer lugar, la generosidad debe ponderarse en función de la entrega personal; no se trata simplemente de dar, sino principalmente de darnos.