Domingo XXIX del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü     Lecturas:

o       Profeta Isaías 53, 10-11

o       Carta de San Pablo a los Hebreos 4, 14-16

o       Marcos 10, 35-45

 

ü      En estos días, los medios de comunicación nos han informado que el Presidente Uribe ha tenido dificultades en los comienzos de  su segundo periodo por las expectativas burocráticas de los grupos políticos que lo apoyaron en las elecciones.

 

ü      Pues bien, este problema no es de hoy, ya que el ansia de poder es un componente de la naturaleza humana. El evangelio que acabamos de escuchar nos muestra cómo los hermanos Santiago y Juan aspiraban sentarse, uno a la derecha y otro a la izquierda, de Jesús glorificado. En la jerga política, aspiraban a los dos cargos más representativos del gabinete del Mesías…

 

ü      Recordemos que Santiago y Juan, junto con Pedro,  pertenecían al círculo íntimo de Jesús. Por eso nos sorprende que no hubieran entendido las palabras de éste sobre su próxima pasión y muerte. Seguían aferrados a las expectativas de un Mesías triunfante, que restablecería el poder político y económico de Israel.

 

ü      La propuesta de estos dos discípulos suscita diversos sentimientos: recuerda la ingenuidad de los niños, deseosos de sentarse en los primeros puestos; y causa impaciencia pues, ante la solemnidad del anuncio de la pasión y muerte, manifiestan intereses pocos altruistas.

 

ü     Jesús reacciona de manera pedagógica. Empieza por purificar las expectativas de poder de Santiago y Juan, y lo hace refiriéndose a los próximos acontecimientos de la pasión mediante los símbolos de “beber el cáliz” y “ser bautizados”; y luego corrige la ambición  de los otros diez discípulos, que se habían puesto celosos ante las pretensiones de los hijos de Zebedeo;  hace una dura crítica sobre el ejercicio del poder y explica cómo el servicio es la característica del nuevo orden que ha venido a implantar.

 

ü      Con frecuencia, padres de familia y educadores presionan a los niños para que ocupen los primeros puestos en la clase y en el deporte. Esta forma de inculcar el espíritu de competencia puede conducir a resultados poco sanos. Quienes han sido educados en este modelo se convierten en esclavos del éxito, se sienten terriblemente frustrados cuando no suben al podio de los campeones y tienen la tentación de  acudir al juego sucio con tal de triunfar.

 

ü     Estamos equivocados si creemos que la felicidad consiste en ser los primeros. Se genera así un apetito insaciable de poder.

 

ü      El evangelio de hoy nos muestra que existen otras maneras de organizar la vida y de llegar a ser auténticamente grandes:

o       El camino de felicidad que propone Jesús no pasa a través del poder sino del servicio desinteresado. Las personas que hacen esta opción adquieren una gran autoridad moral pues sus palabras están respaldadas por el testimonio.

o       Hace pocas semanas la ciudad de Cali fue honrada con la presencia del Profesor Muhammad Yunus, quien ha sido distinguido con el Premio Nobel de la Paz. ¿Qué ha convertido a este profesor universitario de Economía en un personaje mundial? Según nos lo contó en una conferencia que dictó en la Universidad Javeriana, en su docencia universitaria le  preocupaba  que los pobres no tenían acceso al crédito, lo cual les impedía salir de su indigencia. Con infinita paciencia fue construyendo un modelo económico que ha permitido transformar las existencias de millones de hogares. Este modelo ya se empieza a aplicar en Aguablanca. El liderazgo del Profesor Yunus, que ha ganado el reconocimiento internacional, ha sido construido, no desde las cumbres del poder, sino desde la base, sirviendo desinteresadamente a los más pobres. El Profesor Yunus es un musulmán que nos  enseña solidaridad a los seguidores de Jesús.

 

ü      Estas reflexiones sobre el servicio desinteresado deben ser tomadas muy en serio por quienes tienen puestos de responsabilidad en la Iglesia. Cuando estudiamos la historia de  ésta, vemos que sus dirigentes han oscilado entre la búsqueda del poder y el servicio; recordemos brevemente el pasado:

o       En el siglo IV, el emperador Constantino reconoció la existencia jurídica de la Iglesia y le dio generosos recursos económicos para que llevara a cabo su misión. La comunidad de los creyentes, que había sido perseguida por el Imperio, dejó la clandestinidad de las catacumbas para compartir la mesa de los poderosos.

o       Con el paso de los siglos, la Iglesia fue acumulando un enorme poder económico y político. Los abades de los monasterios, los obispos, cardenales y papas eran poderosos señores que defendían intereses que nada tenían que ver con la propagación del evangelio.

o       En 1870 se produjo la pérdida de los Estados Pontificios como resultado de la unificación italiana. Habían pasados quince siglos desde el edicto del emperador Constantino, quince siglos de relación poco transparente de la Iglesia con los poderes de este mundo. La pérdida de los Estados Pontificios, que algunos lloraron como una mutilación dolorosa, fue una bendición de Dios, pues permitió redireccionar la acción pastoral de la Iglesia.

o       Tenemos que desterrar de la Iglesia Católica aquellos comportamientos asociados al poder para volver a la sencillez del evangelio.

 

Vivimos en una sociedad en la que los valores espirituales están eclipsados por el materialismo, que privilegia el dinero y el poder. Que este evangelio de hoy, que propone el liderazgo basado en el servicio, nos  purifique de nuestras ansias de protagonismo y nos ayude a asumir  con espíritu de servicio nuestras tareas diarias. Así seremos seguidores de Jesús que llevó el servicio hasta las últimas consecuencias

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