Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü    Este evangelio de la curación de los diez leprosos es un texto de gran riqueza humana y espiritual. Las enseñanzas de esta página de San Lucas se  ven reforzadas por la primera lectura, de contenido muy semejante, que nos narra la curación de Naamán, el poderoso jefe de los ejércitos sirios.

 

ü    Los invito a que vayamos recorriendo este pasaje evangélico paso a paso para así descubrir su  significado. Podemos identificar con claridad tres segmentos:

 

o       En primer lugar, encontramos el drama de exclusión que viven estos diez indigentes.

o       En segundo lugar, analizaremos la petición que hacen a Jesús.

o       En tercer lugar,  estudiaremos el agradecimiento que expresa uno de ellos.

 

ü    Empecemos, pues, por la comprensión del drama humano que viven estos diez indigentes, excluidos de la vida social:

 

o       En la mentalidad de esa época, la lepra no era considerada como una simple enfermedad, sino como un castigo y una maldición resultante de algún pecado particularmente grave.

o       Como consecuencia de ello, el enfermo era excluido de la vida familiar y social, y de todas actividades comunitarias, empezando por las reuniones religiosas.

o       Ser leproso era como estar muerto, y ser curado de la lepra era como regresar al mundo de los vivos y recuperar la aceptación de Dios y de los congéneres.

o       Muchas veces la ignorancia y los prejuicios sociales alimentan viejos prejuicios en contra de determinados grupos sociales.

o       Recordemos, a manera de ejemplo, cómo, cuando aparecieron los primeros casos de VIH/SIDA, fueron estigmatizados algunos colectivos, los homosexuales y los haitianos,  a quienes se consideraba responsables de la trasmisión de esta enfermedad.

o       Afortunadamente, los avances de la medicina nos han permitido conocer los modos de propagación de este virus, corrigiendo así muchos prejuicios.

o       Sin embargo, en el mundo de hoy hay enfermedades peores que la lepra, que tienen un grandísimo impacto sobre la interacción de los seres humanos. Pensemos, por ejemplo, en los efectos perniciosos de la intolerancia, que nos lleva a rechazar a todo aquel que es diferente (diferente por sus ideas o por su religión o por el color de la piel o por su orientación sexual). Pensemos, por ejemplo, en el orgullo, que lleva a despreciar a los seres humanos y a usarlos como simples objetos que se manipulan y que luego se desechan.

o       En nuestro país hay enfermedades infinitamente más nocivas que la lepra, que nos impiden agruparnos alrededor de un proyecto común de ciudad y de país. Tenemos que reconocer que todos estamos enfermos, en mayor o en menor grado.

 

ü     Demos un  paso adelante en nuestra reflexión y analicemos la petición que hacen estos diez enfermos:

 

o       Los diez leprosos se dirigen a Jesús y le piden: “Maestro, ten compasión de nosotros”.

o       Para llegar a formular esta petición,  era necesario que ellos aceptaran la existencia de su enfermedad; de lo contrario, nunca se hubieran acercado a Jesús.

o       Se necesita valor para aceptar la realidad por dolorosa e incómoda que sea y para llamar a las cosas por su nombre. La aceptación de la realidad es condición esencial para empezar a superar un problema: es imposible salir del abismo de la droga si no se reconoce que se es un drogadicto;  es imposible salir de la noche oscura del alcoholismo si no se reconoce que se es alcohólico; es imposible reconstruir una buena comunicación familiar si no se reconoce que se es un egoísta malgeniado.

o       Muchas personas  no quieren hacer el reconocimiento de su enfermedad, evaden su responsabilidad personal y echan la culpa a los demás. Se sienten muy cómodas atribuyendo sus desgracias a la educación recibida en su familia, al colegio, a la Iglesia, al gobierno. Lo más fácil es buscar a nuestro alrededor tratando de identificar culpables.

o       Que esta misa sirva para llenarnos de valor para reconocer cuál es la principal enfermedad que está afectando nuestras relaciones de pareja, con los hijos, en el trabajo, y le digamos a Jesús: "Maestro, ten compasión de nosotros”.

o       Vale la pena destacar que los diez leprosos no se limitaron a reconocer su condición y a formular una petición. También actuaron. Hicieron lo que  Jesús les dijo y se dirigieron al Templo para  encontrarse con los sacerdotes.

o       La actuación de estos diez leprosos nos enseña que hay que actuar. Si queremos superar nuestros problemas tenemos que pasar de las palabras a las acciones. Hay que buscar la mano de un amigo, hay que acudir a la ayuda profesional del consejero o del psicólogo o del siquiatra, hay que seguir rigurosamente el tratamiento o las pautas establecidas. Tenemos que reconocer que solos no podemos salir adelante.

 

ü     El tercer elemento que encontramos en este relato de Lucas es el agradecimiento mostrado por uno de los leprosos curados:

 

o       Jesús expresa su extrañeza: “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están?”

o       Estamos acostumbrados a pedir: pedimos a Dios que nos ayude, pedimos plata a los papás, pedimos a los profesores que nos permitan entregar el trabajo en otra fecha. Pedimos, pedimos, pedimos. Y muy pocas veces nos acordamos de agradecer.

o       Que el testimonio de este samaritano noble que regresa donde Jesús active en nosotros la virtud del agradecimiento hacia tantas personas que nos han dado su amor y su tiempo. Que el ejemplo del samaritano curado  suscite en nosotros el agradecimiento hacia el buen Dios que ha tenido con nosotros innumerables muestras  de afecto. En cada una de las páginas de nuestra vida podemos descubrir la mano amorosa de Dios que nos protege, que nos orienta, que nos llama a su intimidad.

 

ü     La expresión máxima de nuestro agradecimiento hacia Dios es la participación activa y devota en la misa dominical:

 

o       No veamos la misa como una imposición.

o       La palabra “eucaristía” viene del griego y significa “acción de gracias”.

o       Celebrar la eucaristía dominical es  volver a ese Jesús que nos salva, que nos conserva la salud del cuerpo y del corazón y es nuestro compañero de viaje a lo largo de la vida.

o       Celebrar la eucaristía es superar el individualismo y sentirnos comunidad de fe en la que todos juntos agradecemos los beneficios concedidos y pedimos que bendiga nuestros proyectos.

 

ü     Es hora de concluir:

 

o       El evangelio de la curación de los diez leprosos nos invita a reconocer nuestras limitaciones, nuestras adicciones, nuestros defectos.

o       Este evangelio es una exhortación para buscar en Dios y en las personas que nos rodean las ayudas para salir adelante

o       Seamos agradecidos con Dios y con todas aquellas personas que nos hacen amable la vida.

o       Vivamos la misa dominical como un momento intenso de acción de gracias.