Domingo XXX del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

  ü     Lecturas:

o       Profeta Jeremías 31, 7-9

o       Carta de San Pablo a los Hebreos 5, 1-6

o       Marcos 10, 46-52

 

ü     El protagonista de este domingo es el ciego Bartimeo, quien es curado de la discapacidad que lo atormentaba. Lo interesante de este relato es que va más allá de la descripción del milagro, y nos ofrece una profunda catequesis sobre la fe. Para desentrañar su sentido hay que poner atención a cada uno de los detalles.

 

ü     ¿Cómo describe el texto la situación de Bartimeo?

o       Era un nombre ciego. Esta discapacidad lo limitaba de manera notable. En el Oriente, la ceguera era y sigue siendo una enfermedad frecuente pues la arena del desierto y el fortísimo resplandor de la luz solar afectan a los ojos y con frecuencia se llega  a la pérdida de la visión.

o       Estaba sentado al borde del camino.  Es espectador pasivo de la actividad que se desarrolla a su alrededor. La gente va y viene llevando sus productos y atendiendo sus asuntos. Mientras tanto, Bartimeo el marginado se siente excluido de esta dinámica económica y social.

o       Pedía limosna. Dependía de la generosidad pública para sobrevivir, pues era incapaz de generar recursos a partir de un trabajo.

o       A pesar de todo, Bartimeo no está desconectado del mundo exterior. Aunque le falta la vista, el oído le permite seguir los acontecimientos. Así se da cuenta de la presencia de Jesús Nazareno y reacciona.

 

ü     En los evangelios encontramos numerosos relatos de curaciones de ciegos. Esta enfermedad estaba cargada de simbolismos. Por la oposición entre las tinieblas y la luz, la ceguera y   la vista simbólicamente hacían referencia  al binomio increencia – fe. La increencia es ceguera espiritual que mantiene a oscuras la existencia humana, impidiendo ver la acción amorosa de Dios en cada uno de nosotros.

 

ü    Los gritos cada vez más fuertes del ciego Bartimeo llaman la atención de los transeúntes. Es interesante ver las diversas reacciones:

o       La comitiva de Jesús, formada por sus discípulos y por numerosas personas que lo acompañaban, le exige que guarde silencio. El grupo tiene afán y no quiere que un indigente  haga disminuir la marcha. Esta reacción de la comitiva es muy comprensible pues los seres humanos  vivimos muy ocupados, siempre estamos de afán y consideramos que nuestros asuntos – no los de los demás – son los más importantes. Como el tiempo es oro, consideramos un pésimo negocio detenernos a conversar con las personas enfermas, ancianas, abandonadas.

o       La reacción de Jesús fue muy diferente. A pesar de que estaba tenso y preocupado a medida que se acercaba a Jerusalén pues sabía lo que le esperaba allí, no duda en detenerse y llama a Bartimeo. Hay un fuerte contraste entre el afán de la comitiva y la pausa de Jesús.

o       Bastaba con ver al mendigo para conocer la causa de sus males. En este sentido, Jesús sabía muy bien hacia dónde orientar su acción taumatúrgica. Sin embargo, tiene la delicadeza de preguntarle ¿qué quieres que haga por ti? Al hacer esta pregunta Jesús manifiesta el deseo de oírlo.

o       Con frecuencia emprendemos acciones sociales para ayudar a los demás; estas iniciativas son expresión  de una voluntad generosa. Nos imaginamos cuáles son las necesidades de los demás y les ofrecemos ese servicio particular. ¡Atención! Nos falta escuchar a la gente. No podemos considerar a estas personas – sean niños, ancianos, enfermos, desempleados, desplazados – como objetos o receptores pasivos de nuestras iniciativas. Debemos preguntarles cuáles son las necesidades más sentidas para así establecer unas prioridades, no desde nuestros imaginarios, sino desde su situación concreta. La pregunta que hace Jesús, ¿qué quieres que haga por ti? sigue siendo pertinente para los voluntarios de todos los tiempos, para las ONG’s y fundaciones. Hay que superar el paternalismo que cree saberlo todo y escuchar a las comunidades para trabajar con ellas y desde ellas.

 

ü     Pasemos a analizar la fe de Bartimeo:

o       Suplica y grita “Hijo de David, ten compasión de mí”. El proceso de fe empieza por el reconocimiento de nuestras limitaciones; somos criaturas frágiles que controlamos un porcentaje muy pequeño de los hilos que gobiernan nuestras vidas.

o       Solamente desde el reconocimiento de nuestro límite nos podemos abrir a la acción de Dios. Por eso las personas orgullosas, autosuficientes, que creen tener control absoluto de sus vidas, no pueden exclamar con sencillez “ven, Señor Jesús”.

o       Bartimeo insiste en su plegaria; no lo desaniman los regaños de la comitiva. La oración debe ser insistente, debemos tocar la puerta una y otra vez hasta ser atendidos por Dios...

o       Apenas escucha una señal positiva, Bartimeo “soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús”. Bartimeo remueve los obstáculos y asume una actitud dinámica sin limitarse a esperar pasivamente. Hay  personas que viven su fe con un inmovilismo desesperante, pues esperan con los brazos cruzados a que Dios les solucione su vida y les organice la agenda. Se trata de una visión equivocada de la fe. Dios cuenta con nuestra colaboración. Debemos poner todos los medios que estén a nuestro alcance. Bartimeo es un excelente ejemplo  de una fe activa que sale al encuentro de la gracia.

o       Dialoga con Jesús y le expresa su gran anhelo: “Maestro, que pueda ver”. Detrás de esta petición confiada está el drama de una vida de marginación. Bartimeo expresa su necesidad sin amargura, con una profunda confianza porque sabe que Jesús es amigo de los pobres  y tiene el poder para curarlo.

o       Jesús reconoce con admiración la fe de Bartimeo y le devuelve la visión.

o       ¿Cómo responde Bartimeo al maravilloso regalo de la salud recuperada? Sigue a Jesús por el camino. Esta expresión es de una gran densidad teológica pues el seguimiento de Jesús implica abrirse a la salvación y comprometerse con el anuncio de la buena noticia.

 

ü     Como en el caso de Bartimeo, la fe equivale a estrenar una manera diferente de  leer nuestra historia personal y nuestro papel en el mundo. Con la fe vemos la realidad bajo una óptica nueva.

 

ü     Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Que el encuentro del ciego Bartimeo con Jesús renueve nuestra vida interior. A pesar de las dificultades que muchas veces nos obligan a sentarnos con desánimo a la orilla del camino, salgamos al encuentro de este Jesús que nos pregunta ¿qué quieres que haga por ti? Abramos con confianza nuestro corazón para compartir con él nuestros temores y esperanzas.