Domingo II de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü      Lecturas:

o       Hechos de los Apóstoles 4, 32-35

o       I Carta de San Juan 5, 1-6

o       Juan 20, 19-31

 

ü      En medio de la riqueza de contenidos que ofrecen las lecturas de este domingo, se destaca la figura de Tomás, uno de los doce Apóstoles, quien se muestra como el escéptico más famoso de la historia, pues rechaza el testimonio de sus compañeros, quienes afirmaban haber visto a Jesús resucitado, y asume una actitud desafiante: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. Tomás establece como criterio único de verdad su experiencia sensorial directa y rechaza cualquier otro tipo de argumentación o prueba.

 

ü      Si Tomás manifiesta sus dudas, ¿qué podemos decir las generaciones posteriores, que no tuvimos el privilegio de vivir junto a Jesús, escuchar sus enseñanzas y ser testigos de sus milagros?

 

ü      Teniendo como telón de fondo el escepticismo del apóstol Tomás, dediquemos esta meditación dominical a reflexionar sobre la solidez de nuestra fe.

 

ü      Ciertamente, la cultura contemporánea dificulta una reflexión sobre la fe, pues abundan los factores que nos distraen:

o       Nuestra cultura es eminentemente materialista y ofrece la felicidad a través del consumo de bienes y servicios. La publicidad nos presenta el “tener” como la llave mágica que pone a nuestra disposición paraísos insospechados. En medio de tal atmósfera es muy difícil  reflexionar sobre los valores espirituales y sobre la presencia de Dios en nuestras vidas.

o       Un segundo factor perturbador para hacer una serena reflexión sobre los valores espirituales es el enorme bazar que se presenta ante nuestros ojos y que promociona todo tipo de recetas para alcanzar la paz interior y el crecimiento del espíritu: teorías de la nueva era, experiencias espirituales traídas del oriente, multitud de sectas y grupos que hablan de Dios… En medio de este ruidoso bazar no es fácil orientarse y separar lo verdadero de lo falso, el oro de la fantasía barata, la auténtica espiritualidad de las modas…

o       Y como si estos dos factores anteriormente descritos no fueran suficientes, hay un tercer factor que nos dificulta reflexionar sobre la presencia de Dios en nuestras vidas: se trata del frenético ritmo de actividades que no nos deja tiempo para pensar.

 

ü      Después de tomar conciencia de estos factores que dificultan nuestra reflexión, analicemos diversas experiencias religiosas:

o       Hay personas que, por ignorancia, caen  en una religiosidad ingenua, pues toman como manifestación de Dios hechos elementales de la vida diaria; ven el rostro de Cristo en una mancha de chocolate, creen ver la figura de la Virgen María en cualquier humedad de techos y paredes… Se trata de una religiosidad muy primitiva, construida sobre fundamentos débiles, que se derrumba ante la primera crisis o cuestionamiento.

o       Pasemos a la fe de nuestras abuelas, de una solidez sorprendente, la cual les permitió sortear situaciones difíciles y elaborar duelos muy dolorosos. Los nietos de estas abuelas profundamente creyentes les piden que recen por ellos, pero ellos mismos no saben cómo orar.

 

ü      En este domingo de Pascua, en el que se destaca la crisis de escepticismo del apóstol Tomás, me dirijo de manera especial a los universitarios y profesionales jóvenes que participan en esta liturgia:

o       Muchos de Uds. han tenido el privilegio de una  educación en excelentes colegios y universidades.

o       A través de las TIC (tecnologías de la  información y la comunicación)) tienen a su disposición cantidades ilimitadas de información.

o       Muchos de Uds. han alcanzado altos niveles de desarrollo profesional como ingenieros, abogados, administradores, etc.

o       Ahora bien, muchas veces su desarrollo intelectual y profesional no ha estado acompañado de un desarrollo armónico  de otras dimensiones, en particular de la dimensión religiosa. Con frecuencia encontramos a profesionales jóvenes, muy exitosos, que en su formación religiosa no fueron más allá de lo que aprendieron –y ya olvidaron- para la  Primera Comunión…

o       Contrasta agudamente el superdesarrollo profesional con el subdesarrollo en los temas religiosos.

o       Es evidente que esta débil formación religiosa no podrá responder a los interrogantes y  que se presentan en la vida adulta.

o       En este domingo de Pascua, en el que se destaca la figura de Tomás, patrono de los escépticos, los invito a reflexionar sobre su deficiente formación religiosa, los invito a actualizarse; no se queden en el ABC de los primeros años de colegio.

o       Asistan a conferencias sobre temas éticos y religiosos dictadas por personas competentes, bien preparadas, que tengan una mente abierta frente a los grandes desafíos de nuestra época.

o       A través de las preguntas y  dudas podrán superar esos primeros estadios de una fe subdesarrollada para avanzar hacia una fe adulta, que logre tener respuestas claras ante los desarrollos científicos y tecnológicos de nuestro tiempo.

o       Invito a las nuevas generaciones para que sean observadoras atentas de ese libro maravilloso que es el universo: allí, detrás de los fascinantes fenómenos del microcosmos y del macrocosmos, podremos descubrir el plan maravilloso de Dios, quien nos invita a ser sus colaboradores en la obra creadora a través del trabajo y de la investigación.

o       Los invito  a descubrir el rostro amoroso de Dios en la intimidad de la pareja, en el milagro del hijo que nace, en la ternura del anciano que se siente frágil, en el dolor del desplazado.

 

ü     No necesitamos meter el dedo  en el agujero de los clavos para confirmar que el Señor está junto a nosotros. Él se nos manifiesta de múltiples maneras. Basta cultivar la sensibilidad interior para verlo y escucharlo.