Domingo V de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü     Lecturas:

o       Hechos de los Apóstoles 9,26-31

o       I Carta del apóstol San Juan 3, 18-24

o       Juan 15, 1-8

 

ü     El evangelista Juan  explica cómo debe ser nuestra relación con Jesús, y para ello propone esta bella alegoría de la vid y los sarmientos. Como Colombia está situada en la zona ecuatorial, no hemos desarrollado una cultura del vino, como sí lo han hecho otros países. Solamente en los últimos años el vino se ha popularizado entre nosotros y ya nos acompaña en las celebraciones familiares.

 

ü     Por esta razón quizás no estemos familiarizados con palabras tales como vid y sarmiento, palabra ésta que nos recuerda a un conocido banquero… Cuando Jesús nos dice “yo soy la vid y ustedes los sarmientos”, simplemente está usando una alegoría tomada del campo; en palabras sencillas nos está diciendo que él es como el tronco de esa planta que produce las uvas y que nosotros somos como las ramas que nacen de ese tronco.

 

ü     Después de esta breve introducción, entremos en materia. Los invito a recorrer el texto, deteniéndonos en algunas expresiones particularmente significativas.

 

ü     Jesús inicia su catequesis con una afirmación aparentemente inofensiva, pero que contiene una verdadera revolución teológica: “yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador”:

o       Cuando leemos el Antiguo Testamento encontramos que la imagen literaria más utilizada para referirse al pueblo de Israel es la vid  y la viña. Israel ha sido la viña consentida de Yahvé, quien le ha prodigado todas sus bendiciones y cuidados, como lo hace un campesino con su viñedo.

o       Al afirmar Jesús que él es la verdadera vid está rompiendo con la tradición del Antiguo Testamento, pues el nuevo pueblo de Dios ya no es Israel sino la comunidad eclesial que él ha venido a establecer; y también está diciendo que la existencia del nuevo pueblo elegido que es la Iglesia ya no se fundamenta en una herencia sino en la participación en la vida de Jesús.

 

ü     Jesús sigue adelante con su alegoría campesina y afirma: “el Padre corta las ramas que no dan fruto y poda las que dan fruto”:

o       El lenguaje es transparente; las plantas y los árboles deben ser podados para estimular su  producción.

o       Lo mismo sucede con los seres humanos, que debemos ser podados de aquellos elementos que perjudican nuestro desarrollo.

o       Dios realiza esta acción a través de numerosos agentes: nos poda a través de los amigos y familiares, a través de experiencias que nos hacen madurar, a través de los comentarios y críticas que recibimos.

o       Todas estas experiencias de “poda”, voluntarias e involuntarias, más o menos dolorosas, deben ser asumidas como posibilidades de desarrollo.

 

ü     En esta lectura comentada de las frases más significativas de este relato, hemos llegado al punto central: “como la rama no puede dar fruto si no permanece en el tronco, así tampoco ustedes si no permanecen en mí”:

o       Este es el mensaje  que nos quiere comunicar Jesús a través de esta alegoría de la vid y los sarmientos. La vida de fe consiste en una comunicación vital con Cristo, la cual se inicia en el bautismo, se fortalece con la oración y con la práctica de los sacramentos y llega a su clímax en la participación eucarística.

o       Llama la atención el uso repetido del verbo “permanecer”, que aparece cinco veces en este breve texto.

o       ¿Qué nos sugiere esta repetición? La vida cristiana no puede reducirse a unos contactos esporádicos con Dios. Por ejemplo, es lamentable que muchos padres de familia den una enorme importancia a los preparativos de la Primera Comunión de sus hijos, pero, pasada la celebración, no vuelven a pisar la iglesia y no dan ejemplo de una práctica cristiana.

o       El verbo “permanecer” nos manifiesta que la vida cristiana es una relación ininterrumpida con Dios a través de las mil actividades de la vida diaria.

 

ü     La finalidad de todo esto es producir frutos abundantes:

o       Cada uno de nosotros está llamado a producir frutos, es decir, debemos aportar a la marcha de la Iglesia y de la sociedad civil.

o       Cada uno de nosotros, según sus cualidades y responsabilidades particulares, está llamado a dar frutos como miembro de familia, como niño o joven, como profesional, como ciudadano.

o       Es lamentable ver a personas que arrastran una existencia estéril, que solamente piensan en ellas mismas, que son insensibles ante las necesidades y son espectadores pasivos de las tragedias que se viven en Colombia.

 

ü     Este domingo celebramos el Día de la Madre. Expresemos nuestro agradecimiento a estos seres maravillosos a quienes debemos la vida, que nos inculcaron los valores que nos han orientado y que nos han acompañado con su ternura a través de las diversas etapas de nuestra existencia. Ellas han estado siempre junto a nosotros compartiendo nuestras alegrías y alentándonos en las crisis.

 

ü    Pidámosle al buen Dios que les dé fortaleza para vivir plenamente los retos de la maternidad, que se inician con el embarazo y que nunca terminan. Hagamos una oración especial por tantas madres, cabeza de familia, que luchan por sacar adelante a sus hijos en condiciones muy duras y que  no cuentan con el apoyo de su pareja.

 

ü     Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre la alegoría de la vid y los sarmientos, el tronco y las ramas. Vivamos nuestra fe como una comunicación continua con Jesús, fuente de vida.