Domingo VI de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü     Lecturas:

o       Hechos de los Apóstoles 10, 25-26. 34-35.44-48

o       I Carta del Apóstol San Juan 4, 7-10

o       Juan 15, 9-17

 

ü     La página del evangelio de Juan que nos presenta la liturgia de este domingo es continuación de la que escuchamos el domingo anterior:

o       Hace una semana, San Juan nos explicaba la relación entre Jesús, nosotros y el Padre mediante una alegoría, en la que Jesús se presentaba como la vid o tronco, nosotros como los sarmientos o ramas, y el Padre como el viñador. El mensaje teológico se resumía en el verbo “permanecer”, usado repetidas veces en el texto.

o       Este domingo San Juan sigue profundizando en la relación entre Jesús, nosotros y el Padre. Para ello usa repetidas veces el verbo “amar”. Estos dos verbos; “permanecer y amar”, plantean una nueva forma de relación entre nosotros, simples mortales, y nuestro Creador, gracias a la mediación de Jesucristo.

 

ü     San Juan nos explica que el amor ha sido el hilo conductor de la historia de la salvación. Si queremos responder a la pregunta ¿quién es Dios?, la respuesta más exacta  nos lleva a confesar que Dios es amor. Ahora bien, el amor no sólo  define la identidad de Dios sino que es la explicación de su actuar, pues la historia de la salvación sólo tiene una explicación, que es el amor que Dios nos tiene. A continuación procuraremos explicar las frases más significativas que  aparecen en el evangelio de hoy:

o       Empecemos por la primera frase: “Como el Padre me ha amado”. Esta frase tan breve y que necesita ser terminada, nos remonta a lo más profundo del misterio de Dios y nos  pone de manifiesto que el Padre tomó la iniciativa de que su Hijo se hiciera como uno de nosotros en las entrañas de una joven campesina judía. Se trata de una iniciativa absolutamente libre de Dios Padre.

o       Pasemos a la segunda frase, igualmente breve: “Así también los he amado a ustedes”. El amor de Dios Padre se nos hace visible en Jesús, quien asumió nuestra condición, se mostró compasivo con el dolor de los seres humanos y llegó hasta el extremo de dar su vida por nosotros.

o       Pasemos a la tercera frase:  “Permanezcan en mi amor como yo permanezco en el del Padre”. Con esta frase se cierra el círculo. El amor, que es iniciativa del Padre, nos conduce hacia Él, haciendo que todas nuestras actividades, impregnadas de amor, adquieran una nueva significación.

 

ü     Estas frases de San Juan, que constan de pocas palabras y que sugieren profundidades teológicas que nos transportan a las entrañas del ser de Dios, nos pueden parecer abstractas y de difícil comprensión.

 

ü     A continuación, el texto de San Juan se vuelve más concreto pues puntualiza los efectos que esta dinámica del amor tiene en la vida diaria de los individuos y las comunidades.

 

ü     Para que el amor no se quede en palabras que se lleva el viento, debe concretarse en el cumplimiento de los mandamientos.

o       Cuando hablamos del cumplimiento de los mandamientos, pensamos, en primer lugar, en la práctica de los diez preceptos que, según la tradición judeo – cristiana, fueron entregados a Moisés en la cima de un monte. Estos diez mandamientos son una síntesis sapientísima de los principios que deben regir nuestras relaciones con Dios, con la familia y con la comunidad. En ellos se nos pide respetar los valores esenciales de la convivencia.

o       El cumplimiento de los mandamientos se refiere, en segundo lugar, al respeto de las orientaciones que la Iglesia nos traza en temas doctrinales y morales. Debemos recordar que no somos caminantes solitarios hacia la casa del Padre, sino que lo hacemos como comunidad creyente; esta dimensión comunitaria con frecuencia queda eclipsada por el individualismo de nuestro tiempo.

o       El cumplimiento de los mandamientos se refiere, en tercer lugar, a la participación en todo aquello que promueve el bien común. Tenemos la obligación de contribuir a la buena marcha de la sociedad; en concreto, esto exige que paguemos los impuestos, que respetemos las leyes, que participemos en la toma de decisiones.

 

ü    Con frecuencia, las reflexiones sobre el amor cristiano se quedan en puras generalidades. Basados en las reflexionemos que acabamos de hacer, los invito a pasar de la teoría a la práctica, de manera que el amor se concrete en hechos de vida que transformen la sociedad.

 

ü     En este evangelio de hoy hay unas frases maravillosas que transformaron  la forma como las tradiciones religiosas interpretaban las relaciones entre el orden divino y la esfera de lo humano:

o       El texto dice: “en adelante, ya no los llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; desde ahora los llamo amigos, porque les he dado a conocer lo que he oído a mi Padre”.

o       Cuando uno lee con atención la historia de las religiones, descubre que para muchas de ellas, las relaciones entre los dos órdenes, el divino y el humano, eran bastante complicadas.

o       Los numerosos dioses representados por estas religiones urdían intrigas, luchaban por el poder, vivían turbulentos dramas pasionales, sentían celos de los seres humanos a quienes engañaban, querían manipular su suerte... Este era un común denominador de las cosmogonías antiguas.

o       Pues bien, la tradición judeo – cristiana es completamente diferente; Jesús quiere llevar a su plenitud la relación privilegiada que Yahvé estableció con el pueblo de Israel mediante la alianza. La frase “ya no los llamo siervos sino amigos” debió parecer absurda a quienes habían sido educados dentro de las tradiciones del paganismo.

o       Ser amigo es sinónimo de confianza, comunicación fácil, afecto, compañía. Todo esto nos lo ofrece Jesús al elegirnos como sus amigos.

 

ü    Es hora de terminar nuestra meditación dominical. En esta página evangélica, San Juan nos ha revelado que el amor, cuya iniciativa proviene de Dios, ha sido el hilo conductor de toda la historia de salvación, y debe transformar todas nuestras interacciones con Dios y con los otros. Y quiere que seamos sus amigos.