Domingo VIII del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü     Lecturas:

o       Profeta Oseas 2, 14b.15b.19-20

o       II Carta de San Pablo a los Corintios 3, 1b-6

o       Marcos 2, 18-22

 

ü     En las lecturas de estos primeros domingos del año, el evangelista Marcos nos ha trazado un fascinante retrato de Jesús: cercano a los más necesitados, liberando de sus enfermedades y de la exclusión social a quienes se acercaban confiadamente a él, mostrándose amigo de algunos grupos que tenían mala fama como los publicanos y pecadores.

 

ü     Como lo hemos podido observar en la meditación del evangelio de estos domingos, Jesús muestra unos rasgos poco convencionales, que chocaban con lo que se consideraba políticamente correcto.

 

ü     En el evangelio de hoy, Marcos enriquece este retrato de Jesús, a quienes sus opositores dirigen una pregunta cargada de veneno: “¿por qué tus discípulos no ayunan?”. Detrás de esta pregunta, aparentemente inocente, se ocultaba un orgullo que despreciaba a los demás. Los fariseos y otros judíos observantes habían identificado la fidelidad a Dios con las prácticas externas; se creían más santos porque se abstenían de ciertas comidas y bebidas, como si la fidelidad a Dios pudiera juzgarse por las dietas que seguimos…

 

ü     Los contemporáneos de Jesús observaban a los discípulos de éste y quedaban desconcertados con su comportamiento pues, por una parte, veían que eran personas piadosas, dedicadas a las tareas espirituales, pero por otra parte, su manera de actuar estaba por encima de los innumerables preceptos de la ley judía. Jesús y sus discípulos hacían gala de una libertad de acción y de una frescura en sus relaciones interpersonales que les permitían superar los tabúes y prejuicios.

 

ü     A la pregunta ¿por qué no ayunan tus discípulos?,  Jesús responde con dos rasgos muy importantes de su doctrina: el Reino que ha venido a construir se caracteriza por la novedad y por la alegría. Profundicemos en cada uno de estos aspectos.

 

ü     En primer lugar, reflexionemos sobre la novedad que caracteriza a la  propuesta que hace Jesús:

o       Como experimentado comunicador, Jesús usa dos imágenes que eran familiares a la gente común y corriente; habla del vestido y del vino, dos realidades simples que pertenecían  a la vida diaria.

o       Dice Jesús: “nadie cose un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo, porque lo añadido tirará de él, lo nuevo de lo viejo, y el roto será peor”.

o       Con este ejemplo tan casero de un remiendo, él nos está diciendo que la fuerza innovadora de su doctrina es radical y que, por lo tanto, no se pueden hacer remiendos; el Reino que él ha venido a inaugurar no es parche que se puede pegar sobre lo antiguo, sobre las viejas tradiciones. Es necesario una renovación a fondo.

o       Jesús utiliza otra imagen para reforzar esta idea de la novedad de su propuesta: “nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; a vino nuevo, odres nuevos” (los odres eran unos recipientes de cuero que se utilizaban para almacenar líquidos, algo así como las “botas” que se usan en las corridas de toros).

o       Como nosotros no pertenecemos a una cultura del vino, quizás esta segunda imagen no nos es muy clara, pero sí entendemos el mensaje de Jesús cuando nos habla de remiendos o parches. Convertirse a Jesús y optar por su Reino no significa introducir unos cuantos cambios cosméticos en nuestro estilo de vida; el seguimiento de Jesús exige transformaciones radicales.

 

ü     Habíamos dicho que Jesús, ante la pregunta de por qué no ayunan sus discípulos, responde manifestando  dos rasgos del Reino que había venido a inaugurar: ya hablamos del primer rasgo, que es la novedad, y que él explica mediante las imágenes del paño y del vino nuevos. Veamos el segundo rasgo de este Reino, que es la alegría:

o       Algunas personas se imaginan que toda la vida de Jesús fue un continuo viernes de pasión, como si hubiera sido un ser triste, siempre sufriente, apartado de la vida social. Todo lo contrario. Jesús fue muy cálido con sus amigos, disfrutó enormemente de esos espacios de amistad e informalidad. Por eso lo acusaron de goloso y de disfrutar del vino.

o       Este carácter festivo de la vida cristiana lo expresa claramente Jesús al  compararla a una fiesta de bodas. Por eso  responde “¿es que pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos?”

o       Hay personas que hacen una interpretación sombría de la religión, como si la fidelidad al evangelio nos prohibiera disfrutar de las alegrías de la vida. Jesús nos dice que la vida es como la fiesta de bodas de un amigo; Jesús no dice que la vida es como el funeral de un amigo.

o       Es hora de terminar nuestra meditación dominical. En el texto de San Marcos que hemos escuchado, Jesús pone de manifiesto dos características esenciales de la doctrina que propone: su novedad radical que pide una transformación profunda de  nuestro estilo de vida, y la alegría y el disfrute de tantas realidades amables que nos ofrece la vida.