Domingo II de Cuaresma, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü     Lecturas:

o       Génesis 22, 1-2.9ª.15-18

o       Carta de San Pablo a los Romanos 8, 31-34

o       Marcos 9, 1-9

 

ü    El evangelista Marcos nos ha mostrado, en las lecturas de los domingos anteriores, cómo se ha ido desarrollando la actividad apostólica de Jesús. Así como ha ido ganando adeptos, también ha generado suspicacias en aquellos que lo perciben como una amenaza para su poder religioso. En sus críticas han ido muy lejos, ya que lo han tildado de blasfemo.

 

ü     Pues bien, en agudo contraste con este “crescendo” de animadversión, el relato de hoy  es una ratificación de su misión por parte de Dios Padre. Las palabras son contundentes: “Este es mi hijo amado; escúchenlo”.

 

ü     Este texto de San Marcos utiliza los elementos literarios propios del género de las “teofanías” – palabra griega que significa manifestación de Dios -, y que son frecuentes en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Analicemos los detalles de este relato, que son muy significativos:

o       La Transfiguración tiene lugar en la cumbre de una montaña. Para muchas religiones, entre ellas la judía, la montaña es lugar privilegiado para las manifestaciones de Dios. Su inmensidad y su silencio la convierten en la escenografía ideal para estos encuentros entre Dios y seres humanos  escogidos.

o       La apariencia física de Jesús se transforma y sus vestidos son de una blancura deslumbrante. Allí se manifiesta la cara oculta de Jesús, su divinidad, que estaba escondida por su condición humana. Son tres los discípulos privilegiados – Pedro, Santiago y Juan – que tienen acceso a esta experiencia única donde se manifiesta en plenitud la identidad del Maestro.

o       Jesús aparece acompañado por Moisés y Elías, dos grandes protagonistas de la historia de Israel, quienes representan la Ley (Moisés) y los Profetas (Elías). Su presencia en esta teofanía quiere decir que Jesús es la realización de la promesa hecha a Israel; es el punto de llegada de una preparación que duró siglos.

o       En el género literario de las teofanías siempre aparece una nube que envuelve a los diversos personajes y que hace referencia a la divinidad y al misterio. Desde el interior de la nube resuena una voz: “Este es mi hijo amado; escúchenlo”. Dios Padre confirma a Jesús como el Mesías cuya venida había sido preparada por la Ley y los Profetas.

 

ü     En medio de la solemnidad del momento, Pedro hace una propuesta ingenua muy característica de su personalidad espontánea e impulsiva: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”:

o       Pedro manifiesta el deseo muy humano de querer aferrarnos a  momentos muy especiales  para evitar que pasen y haya que regresar a la cruda realidad.

o       Muchas veces quisiéramos detener el reloj con la ilusión de detener el paso del tiempo; quisiéramos que los hijos siguieran en casa; quisiéramos impedir que la vejez, con su deterioro inexorable, toque a nuestras puertas; quisiéramos que los seres queridos no partieran para el más allá…

o       Todos estos sentimientos están presentes en la propuesta de Pedro. Sin embargo, la vida tiene que seguir. Después de disfrutar experiencias particularmente gratas hay que regresar a lo cotidiano.

 

ü    Es hora de terminar nuestra meditación dominical:

o       El evangelio de la Transfiguración del Señor nos invita a revisar nuestra historia personal para recuperar aquellos momentos en los cuales nos hemos sentido particularmente cerca de Dios.

o       Así como Jesús vivió su teofanía o manifestación del Padre en la cima de la montaña, a muchos de los aquí presentes Dios se ha manifestado de múltiples formas: en el amor de la pareja, en el nacimiento de un hijo, en el llamamiento a la vida sacerdotal, en la amistad, en una enfermedad, en un duelo familiar, en un secuestro… Experiencias éstas que han modificado el curso de nuestras vidas y que nos han obligado a replantear nuestro proyecto de vida.

o       Reconozcamos estas manifestaciones de Dios en nuestra historia personal, demos gracias a Dios por permitirnos  su cercanía y regresemos a nuestra rutina con renovado entusiasmo. No podemos permanecer indefinidamente en la montaña pues las responsabilidades diarias nos llaman.