Domingo II de Adviento, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü      Lecturas:

o       Profeta Isaías 40, 1-5.9-11

o       Segunda Carta de San Pedro 3, 8-14

o       Marcos 1, 1-8

 

ü      Juan Bautista es el personaje central de este II Domingo de Adviento. Con varios siglos de anticipación, el profeta Isaías traza los rasgos de este profeta destinado a preparar los caminos del Señor. Y el evangelista Marcos nos lo muestra en plena actividad.

 

ü     Juan Bautista fue una figura que rompió todos los moldes convencionales:

o       Su vestimenta de piel de camello suscitaba curiosidad pues no se ajustaba a las modas de la época.

o       Su dieta de grillos y miel silvestre era absolutamente repugnante para los gustos gastronómicos de ayer y de hoy.

o       Su mensaje era una invitación a un cambio radical de vida.

o       Como lo podemos ver, su modo de vivir y su mensaje no estaban destinados a ganar las simpatías de una audiencia particular. Si lo analizamos a la luz de los usos de hoy, ninguna empresa le ofrecería trabajo en  una oficina de relaciones públicas o de mercadeo. Definitivamente, Juan Bautista fue un personaje muy singular que rompió los paradigmas socialmente aceptados.

 

ü      Un rasgo muy acentuado de su estilo apostólico fue la absoluta discreción o rechazo  de toda muestra de protagonismo:

o       Dentro de la lógica mundana interesada en los chismes de la alta sociedad y de la farándula, Juan Bautista, como primo del Mesías y su “manager”, debería ser un consentido de los poderosos; en nuestra lenguaje de hoy, diríamos que debería ocupar las portadas de las principales publicaciones (Hola, Semana, Cambio, El País, El Tiempo…)

o       Pues bien, Juan Bautista se opuso radicalmente a esta lógica mundana y rechazó prebendas y protagonismos; él afirmaba: “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias”. Un buen ejemplo para todas aquellas personas ansiosas por aparecer, en lugar de trabajar con eficiencia y responsabilidad.

 

ü     La misión del Bautista consistió en preparar el camino del Mesías. Así lo había anunciado el profeta Isaías y así lo relató el evangelista Marcos. Veamos cómo se llevó a cabo esta preparación:

o       En primer lugar, hizo un llamado a la conversión. La mejor preparación para la venida de Jesús es organizar nuestro mundo interior; debemos revisar si nuestras actitudes, juicios y acciones están inspirados en la lógica del evangelio o nos mueven otras motivaciones torcidas.

o       En segundo lugar, Juan Bautista también exhortó a una transformación de las estructuras en el sentido de reconstruir las relaciones entre los seres humanos.

o       Esta interpretación de la predicación del Bautista no es forzada. Los invito a revisar los textos de Isaías y de Marcos que escuchamos hace algunos minutos. Allí aparecen unas expresiones muy sugestivas: “que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale”, “preparad el camino del
Señor, allanad sus senderos”

o       A través de estas expresiones simbólicas que nos hablan de diversas topografías o niveles del terreno se está haciendo referencia a los profundos contrastes o desniveles que se dan en las relaciones sociales, las cuales deben pasar de la desigualdad a la igualdad, de la injusticia a la justicia, de la inequidad a la solidaridad.

o       En síntesis, Juan Bautista prepara los caminos del Señor invitando a la conversión interior y al establecimiento de un ordenamiento social, político y económico que exprese la solidaridad entre todos. Estas dos acciones, la interior y la social, son inseparables para preparar el advenimiento de Jesús.

 

ü     Juan Bautista, el último de los profetas del Antiguo Testamento, fue llamado el Precursor porque preparó la venida del Mesías. Ahora bien, Jesús continúa haciéndose presente a través de la gracia que comunica en los sacramentos. Cada uno de nosotros tiene la misión de contribuir a este encuentro entre Cristo y la comunidad. Debemos invitar, con nuestro ejemplo y con las palabras, para que la buena noticia de Jesús sea acogida por las mujeres y hombres de nuestro tiempo.

 

ü      En medio del desánimo que nos producen la violencia y la pobreza que golpean a nuestro país, el Adviento nos está gritando que es posible la esperanza:

o       La esperanza de los discípulos de Cristo no consiste en ilusiones vanas de que esto cambiará de un momento para otro.

o       La verdadera esperanza consiste en una radical confianza en la presencia de Dios, que no nos  abandona y nos alienta en este esfuerzo gigantesco por redireccionar la marcha de nuestro país hacia horizontes de humanización y convivencia.

o       Juan Bautista es un poderoso punto de referencia en nuestro compromiso por preparar los caminos del Señor.