Domingo I de Adviento, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü     Lecturas:

o       Profeta Isaías 63, 16b-17.19b; 64, 2b-7

o       Primera Carta de San Pablo a los Corintios 1, 3-9

o       Marcos 13, 33-37

 

ü      El año civil y el año litúrgico no coinciden. El año civil empieza el 1 de enero y el año litúrgico  se inicia hoy, I Domingo de Adviento. Este tiempo litúrgico se caracteriza por la atmósfera de expectativa ante la próxima venida de Jesús y nos invita a prepararnos para este   acontecimiento.

 

ü     Estamos tan familiarizados con la Navidad que hemos perdido la capacidad de sorprendernos ante ese acontecimiento que partió en dos la historia de la humanidad; hablamos de antes de Cristo y después de Cristo. La Navidad es un misterio lleno de sorpresas pues sucedió lo que nadie se había atrevido a imaginar: el Hijo de Dios asumió nuestra condición humana y con ello cambió radicalmente el sentido de la existencia y el curso de la historia.

 

ü      Los grandes protagonistas del Adviento son el profeta Isaías, Juan Bautista y María. Nos referiremos a ellos a medida que los textos bíblicos los presenten a nuestra consideración.

 

ü      Para comprender la página evangélica que nos presenta la liturgia de este domingo, es útil recordar que el capítulo 13 de San Marcos es una catequesis sobre el tiempo previo al Reino. Los especialistas en asuntos bíblicos lo llaman “discurso escatológico” porque habla sobre los acontecimientos últimos y definitivos; el viejo orden  está a punto de desaparecer y se instaura una realidad nueva, que consiste en la manifestación definitiva del Señor.

 

ü      Para expresar la compleja realidad de esta tensión escatológica, el evangelista Marcos utiliza los verbos “estar dormidos” y “estar despiertos”. Estos dos verbos expresan dos estilos o maneras de vivir la espera del Señor que llega.

 

ü     Veamos el alcance teológico de estas dos sencillas expresiones verbales:

o       “Estar dormidos” es sinónimo de vivir desconectados de las preocupaciones religiosas en razón de estar inmersos, de manera exclusiva,  en los asuntos materiales.

o       Muchas personas van caminando por la vida sin brújula, pues nunca se preocuparon por definir un proyecto de vida que trascendiera el presente.

o       Algunos de nuestros amigos y conocidos buscan la respuesta a sus interrogantes existenciales en el pintoresco bazar de la Nueva Era. Allí, entre cuarzos, inciensos y gurús que cobran altos honorarios por enseñar unas cuantas técnicas de respiración, esperan encontrar la paz interior.

o       A su vez, “estar despiertos” es buscar activamente cuál es el plan de Dios sobre nuestras vidas, significa  estar atentos a los procesos sociales que estamos viviendo para orientarlos de manera que se construya un tejido social inspirado en la justicia y el amor. 

o       A través del lenguaje figurado de la parábola se nos dice que a cada uno se le asigna una tarea; no se trata de un recurso literario del evangelista sino que es algo muy serio: somos colaboradores dentro de la obra creadora de Dios y debemos asumir nuestras responsabilidades en el ámbito familiar, laboral, comunitario y eclesial. Nuestra gestión será evaluada cuidadosamente.

 

ü      Algunos seguidores de Iglesias distintas de la Católica viven este “estar despiertos” con sobresalto, llenos de temores, creyendo que está cerca el fin del mundo; estos temores e imaginarios los paralizan para la acción y el compromiso.

 

ü      Las interpretaciones trágicas del presente y del futuro no son sanas:

o       Por el contrario, debemos amar apasionadamente lo que hacemos.

o       A través de nuestro trabajo como padres y madres de familia, como obreros, empleados, profesionales, agentes de pastoral, somos concelebrantes de esta misa cósmica que ofrece Cristo, sumo Sacerdote de la humanidad, sobre el altar del mundo.

o       La mejor manera de estar vigilantes es asumir, con responsabilidad y alegría, nuestras responsabilidades diarias.

 

ü      Es hora de terminar nuestra meditación dominical:

o       En este I Domingo de Adviento, la liturgia nos invita a prepararnos para el misterio del encuentro entre Dios y sus criaturas, entre el infinito y la finitud que somos nosotros, encuentro que se realiza en la sencillez del pesebre de Belén.

o       Cristo sigue presente en medio de la historia. Unas veces se manifiesta en el gozo del amor familiar y en el servicio alegre a los demás; y otras veces de manifiesta en la soledad de los ancianos y enfermos, en el drama de los desplazados y excluidos.

o       Prepararse para la venida del Señor es crear un clima de silencio interior que nos permita escuchar su palabra y percibir la acción del Espíritu Santo que habita en nuestro interior.