Santísima Trinidad, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü    Lecturas:

o       Deuteronomio 4, 32-34. 39-40

o       Carta de San Pablo a los Romanos 8, 14-17

o       Mateo 28, 16-20

 

ü     Hoy celebra la liturgia la fiesta de la Santísima Trinidad, que es el misterio por excelencia de nuestra fe cristiana, pues nos  dice quién es Dios en su intimidad. Antes de entrar en este complejo tema, quisiera que tomáramos conciencia de las dificultades que tenemos los seres humanos para referirnos a este misterio.

 

ü Para ilustrar esta dificultad, veamos cómo hay diversos tipos de preguntas, unas más fáciles que otras. Analicemos varios casos:

o       Hay preguntas funcionales, cuya respuesta es fácil; por ejemplo, qué día de la semana es hoy, en qué mes estamos, cuál es nuestro nombre. No tenemos que demorarnos pensando qué debemos responder.

o       Hay otras preguntas más complejas, cuya respuesta supone un análisis; por ejemplo, si alguien nos pregunta cuáles deben ser las prioridades del gobierno que se inaugura el próximo 7 de agosto, debemos tomarnos algún tiempo para organizar nuestras ideas.

o       Hay un tercer nivel de preguntas que se refieren a experiencias profundamente humanas, cuyas respuestas son muy difíciles pues no encontramos las palabras adecuadas para expresarnos. Pongamos el caso de la belleza. Todos hemos experimentado diversas formas de belleza: disfrutamos un atardecer con arreboles, admiramos la variedad de colores y formas que encontramos en la naturaleza, nos emociona un concierto de Mozart, nos complace una casa decorada con gusto; hasta aquí las cosas van bien, pues se trata de diversas experiencias estéticas. Pero si alguien nos pregunta “para usted ¿qué es la belleza?”, ciertamente nos veremos en aprietos para encontrar las palabras adecuadas que expresen las emociones que suscita en nosotros la belleza en sus diversas manifestaciones.

 

ü     ¿A qué viene todo esto? A través de estos ejemplos nos damos cuenta que es muy difícil expresar con palabras experiencias que tocan fibras muy hondas de nuestra naturaleza.

 

ü     Pues bien, la fiesta de la Santísima Trinidad es una invitación para alabar y reconocer a Dios en su ser más íntimo. La doctrina católica nos dice que se trata de tres Personas distintas y un solo Dios verdadero. Estamos frente al misterio más hondo de nuestra fe; lo que nuestras limitadas y pobres palabras humanas pueden decir sobre Dios son los  balbuceos elementales de un niño de dos años...

 

ü     Para poder participar más activamente en la fiesta litúrgica de hoy es importante recordar que Dios se fue manifestando gradualmente a su pueblo a través de los acontecimientos de su historia. Este es el significado de la primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio. En este texto, Moisés recuerda a Israel la experiencia singularísima que ha vivido: dice Moisés: “¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido? ; reconoce, pues, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro”.

 

ü     A través de diversas experiencias, unas gozosas y otras dolorosas, Israel fue madurando su fe y fue avanzando en el conocimiento de Dios. Y cuando llegó la plenitud de los tiempos, la Palabra de Dios se hizo carne en las entrañas de la Virgen María. Jesús de Nazareth viene a descubrirnos el sentido pleno del pacto de amor o alianza que Dios ha querido establecer con la humanidad; a través de sus parábolas y de sus acciones  nos manifiesta cómo es el nuevo orden que ha venido a instaurar. Por eso la Teología afirma que Jesús es el revelador del Padre, su visibilidad, su sacramento.

 

ü     Después de recibir el don del Espíritu Santo en Pentecostés, la comunidad de los seguidores de Jesús  comprendió que Dios, en su ser más íntimo, es Padre, Hijo y Espíritu Santo, la perfecta unidad y la perfecta comunidad.

 

ü     Nuestras palabras no son capaces de expresar la infinita riqueza de esta revelación. En nuestro lenguaje decimos que Dios es comunidad, que Dios es familia; afirmamos que la Trinidad supera la soledad y la exclusión... Estas expresiones son esfuerzos limitados para referirnos al ser de Dios, el cual está por encima de cualquier palabra humana.

 

ü     Pasemos al evangelio para destacar un breve texto que abre horizontes insospechados a nuestra existencia; dice San Mateo: “Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

 

ü     Este sencillo texto nos muestra que mediante el  bautismo entramos a participar de la vida de Dios. Nuestras actividades diarias deben facilitar el continuo crecimiento en esta relación:

 

o       Somos imágenes y semejanzas de Dios, quien es la total comunicación y el amor sin límites.

o       Avanzamos como imágenes y semejanzas de Dios cuando buscamos honestamente la verdad y nos entregamos al servicio de los demás.

o       Crecemos como imágenes y semejanzas de Dios cuando nos esforzamos por establecer unas relaciones transparentes con los demás y procuramos el establecimiento de unas relaciones comunitarias inspiradas en la solidaridad.

 

ü     Es hora de terminar nuestra meditación dominical en esta fiesta de la Santísima Tlrinidad, que es el misterio de los misterios. A pesar de las limitaciones de nuestra inteligencia de criaturas y a pesar de la torpeza de nuestras palabras, comprendemos la invitación que Dios nos hace a participar de su ser, como lo expresa bellamente San Pablo en la carta a los Romanos que hemos escuchado hoy: “somos hijos de Dios; y si somos hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo”. Que el misterio de la Santísima Trinidad sea el punto de referencia de toda nuestra espiritualidad y que cada día seamos más imágenes y semejanzas de este Dios que es la perfecta unidad y la perfecta comunidad, que es comunicación y que es amor.