XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6,24-35: Mesías Impostores

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

El evangelio de este domingo nos introduce al tema del desarrollo social de los pueblos. Recordemos la escena: Jesús había alimentado a la muchedumbre hasta saciarse, entonces el pueblo sale a buscarlo para hacerlo rey. Reconocen como rey a aquel que es capaz de darle de comer. Sin embargo, no todo el que da de comer tiene buenas intenciones: el pescador también ofrece carnada a los peces y el cazador atrae con suculentos cebos a sus presas. Hoy en día pululan los mesías impostores que prometen pan al hambriento, pero no porque lo ame, sino para aprovecharse de él.

 

El auténtico desarrollo del hombre tiene que ser integral, debe abarcar la totalidad de la persona en todas sus dimensiones.  Hay que asegurar la parte material que se traduce en alimentación, salud y seguridad pública. Pero también es imprescindible la dimensión espiritual, moral e intelectual.  Muchos demandan el desarrollo social, pero son pocos los que se comprometen con él.

 

Dios vela por la persona de modo integral y por eso Jesús dijo: “No andéis preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que vuestro Padre celestial bien sabe que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mt. 6,31)

 

La iglesia promueve el desarrollo integral de la persona. Fíjense ustedes que todas las congregaciones religiosas, que son muchas, coincidimos en tres campos: en la alimentación, en la salud y en la educación. Allí nos encontramos todos con distintos métodos y auditorios porque la caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y su esperanza.

 

La Iglesia aporta un área de desarrollo que los gobiernos no pueden ofrecer porque no lo poseen. Me refiero al crecimiento espiritual, a la promoción de la misericordia y de la caridad que van más allá de la justicia. El Papa Benedicto XVI en la reciente encíclica Caritas in veritate nos hace ver que la gratuidad es esencial para alcanzar la hermandad entre los pueblos y las naciones.

 

En resumen: Hay que cuidarse de los falsos mesías que se aprovechan de la pobreza de los pueblos para manipularlos. Hay que buscar el desarrollo integral de la persona y estar dispuestos a pagar el precio del mismo, que se traduce en solidaridad, responsabilidad, trabajo, honestidad. “No trabajen por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna”. (Jn. 6,27)