IV Domingo de Adviento, Ciclo C
San Lucas 1,39-45:
Estrella de los cielos

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

Existe una hermosa princesa que ha inspirado los más excelsos versos de la poesía, los más sublimes pensamientos de la mística y las más encumbradas obras de arte. Por conquistar su corazón no tuvo que morir ningún Romeo, ni se han trabado guerras entre pueblos, como padecieron los griegos y troyanos por culpa de Elena. Esta mujer es tan hermosa que se le representa como la estrella de los mares, la aurora radiante de la mañana que precede al sol. Lleva dos mil años cautivando corazones y por estar a sus pies rendidos, millones de peregrinos la buscan en Guadalupe, Lourdes, Fátima, Chestokova, Chiquinquirá o Coromoto. En ella se han inspirado los más famosos escultores, como Miguel Ángel en “La Pietá”; los más destacados pintores de todos los tiempos: Murillo se engolosinó con la Inmaculada; los modernistas como Salvador Dalí en su obra: “La Madonna de Port Lligat” o Pablo Picasso también se inspiraron en ella. 

Esta es la única mujer capaz de ocupar el único y exclusivo puesto de la propia madre, sin que la madre se sienta celosa. Lo permiten porque ellas también son hijas de tan majestuosa pastora y saben que bajo su protección y amparo descansan.

¿Algún día se olvidará a Raphael cantarle a la Virgen el “Ave María” con potente voz de súplica, de ofrecimiento, de amor de hijo que sabe que lo único que tiene es el amor de la madre?  ¿Se olvidarán los toreros de rezar a la Virgen antes de saltar al ruedo? ¿Dejarán los andaluces de lanzar saetas en su honor? 

Ella tiene un celestial don que seguramente le regaló su Hijo por haberle llevado en sus entrañas. Siempre que la contemplas te inspira limpios sentimientos, te eleva al cielo sin partir de este mundo.

Además de ser madre, es la primera mujer liberada de los tabú del aquellos años y de los venideros, se adelantó a la revolución del 68, pero no a la manera del feminismo errático que suprime el don de la vida, la feminidad como diferencia y el valor de la familia como complemento, sino asumiendo el papel central del hogar en la dirección de la Sagrada Familia.

¿No les parece atrevida en las bodas de Caná o en Jerusalén cuando el hijo siendo aún adolescente  lo reprende por haberse salido de la caravana sin su consentimiento? Dejó a los maestros de la ley boquiabiertos y ninguno de ellos, ni san José, se atrevió a reclamarle nada.

La liturgia del domingo, la Iglesia nos invita a contemplar a la Madre del Redentor, nuestra madre del cielo, como la mejor forma de prepararnos para la navidad.