VI Domingo de Tiempo Ordinario, Ciclo C
San Lucas Lc 6,17.20-26: Guerras de religión

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

“Entonces se congregó una multitud de personas venidas del norte y sur de Palestina para escuchar al Maestro”. (Lc. 6,20)  Con un auditorio tan selecto, ¿de qué les hablaría Jesús? Eligió las bienaventuranzas, es decir, sobre la felicidad. “Dichosos los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos”.

¿Cómo se puede entender la Palabra de Dios cuando asistimos a un ambiente secularizado donde no sólo se rechaza a Dios, sino que se culpa a la religión de los males del pasado y del presente? A esta constante acusación quisiera responder con algunas reflexiones, consciente de que se trata de un tema sumamente amplio. 

“Distingue tempora et concordabis mores”. (Sitúate en el tiempo y comprenderás las costumbres) Las estructuras sociales van evolucionando y en el pasado hubo siglos en los que el poder temporal y espiritual se identificaban. En un sistema teocrático donde se tiene que velar por el bien terrenal y celestial, es prácticamente imposible separar fronteras y evitar que los abusos en una parte no se atribuyan al todo. 

La separación de los poderes dio origen a las monarquías. El rey ostentaba el poder y en no pocos casos éstos intentaron el derrumbe de aquel edificio perfectamente trabado de creencias, verdades y principios estables. Por este camino se llegó a nuevos sistemas absolutos que tomaron el puesto de Dios, como fueron: el Humanismo y el Iluminismo. Estos modelos se impusieron al precio de una alta cota de muerte como se constata en las revoluciones europeas, sobre todo la francesa. 

En contraposición surgieron el Romanticismo y el Idealismo. Ingente esfuerzo por rescatar al individuo y su valor artístico, político y cultural. Se trata de una nueva cosmovisión donde se privilegió el misterio, lo desconocido, lo irracional. Pero en el fondo subyacía como elemento común la autonomía del hombre frente al Absoluto.  El idealismo cobró una fuerza increíble con la filosofía del Espíritu Absoluto de Hegel que derivó en corrientes como el materialismo marxista o el comunismo del proletariado chino; la nación con el nacionalismo; la exaltación de la raza con el nacionalsocialismo o del Estado  en el fascismo.  Todos ellos usurparon el puesto de Dios y el resultado fue espeluznante. ¡La religión no tuvo nada que ver con los millones de víctimas que estos sistemas e ideologías totalitarias provocaron! 

Jesús superando la historia como un arcoíris en el horizonte, sigue mostrando a la humanidad el camino de la justicia y de la paz. La verdadera felicidad está en escuchar la voz de Dios y en ponerla en práctica.  Desdichado aquél que obcecadamente busca caminos al margen de Dios. No sigamos dando coces contra el aguijón que bastante daño se ha hecho ya a la humanidad.