Reflexiones Bíblicas
San Juan 16,20-23a

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada."

COMENTARIOS

Koinonía 2008

Juan es amigo de los contrastes para obligar al lector a tomar posición. En su evangelio de hoy hace contrastar el tema de la tristeza y de la alegría. La muerte de Jesús sin la conciencia de la Resurrección deja en los discípulos un sentimiento de tristeza y soledad sólo comparable con la de Jesús en el huerto de Getsemaní. Esta tristeza también es memoria de la pasión que debieron sufrir las primeras comunidades cristianas por las persecuciones externas y por sus conflictos internos. ¿Qué persona, familia o comunidad no ha sentido el peso de la tristeza por las faltas de amor no confesadas; por las desatenciones e injusticias; por el aprovechamiento de algunos y los abusos de otros; por las tentaciones no vencidas; por los problemas no resueltos...? Pero Jesús nos alienta a no perder la esperanza; a estar convencidos de que, con esfuerzo y sacrificio, la vida siempre se impondrá sobre los que han hecho del mundo un mercado de la muerte para su propio provecho. Renovar diariamente nuestra fe en el Dios de la vida es el mejor antídoto que nos podemos inyectar para no dejarnos contaminar por los virus del pesimismo, del aislamiento, del odio reconcentrado, de la indiferencia... que enferman y matan lentamente al mundo de hoy. Es responsabilidad de los cristianos entregarle al mundo cada día la alegría liberadora de Jesús por sobre todos sus dramas.