Reflexiones Bíblicas
San Juan 16,29-33

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: "Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios." Les contestó Jesús: "¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo."

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Los discípulos se alegran de la claridad de las palabras de Jesús. Aunque éste les había hablado de un acontecimiento futuro, ligado a la experiencia del Espíritu, ellos se figuran que ya antes de la muerte y la resurrección, antes de recibir el Espíritu, les ha llegado el momento de comprender. Admiran el saber de Jesús, pues piensan que, penetrando sus pensamientos, ha captado la pregunta que no llegaron a formular (16,19). Por eso creen que procede de Dios. Su fe se apoya en esa ciencia que le atribuyen, considerándolo un maestro excepcional.

Jesús se muestra escéptico ante semejante motivación. La fe verdadera consiste sobre todo en darle la adhesión a Él levantado en la cruz (19,35), como manifestación suprema del amor de Dios (3,16) y de su fuerza salvadora (3,14s).

Jesús conoce a los suyos mejor de lo que se conocen ellos mismos. La inadecuación de la fe de los discípulos se va a mostrar cuando se enfrenten con la realidad de su muerte en cruz. Evoca Jesús la imagen del rebaño disperso: ante su detención y condena, que van a destruir toda esperanza de triunfo terreno, todos ellos desertarán.