Reflexiones Bíblicas
San Marcos 8,11-13

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: "¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación." Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

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San Marcos, un evangelista harto detallista, nos señala que Jesús da un profundo suspiro, como consecuencia de que los fariseos tienen los ojos cegados de su experiencia personal con Dios, por sus propias concepciones e ideas acerca de Él y de cómo opera en la historia, lo que no les permite reconocer en Él al enviado, al Salvador.

¿Qué señal le pides a Dios en tu diario vivir para terminar de convencerte de que Él existe? Mira cuántos hermanos y hermanas en situaciones de hambre, desnudez, miseria, exclusión, enfermedad, dan cuenta de Él como su fuerza, como aquél capaz de mantenerlos en pie enfrentando el día a día con dignidad, y con la paciencia y esperanza que brotan de saberse hijos de Dios. Que nuestras dudas y más profundas inquietudes acerca de Él como Padre no nublen nuestra comprensión. Dejemos a Dios ser Dios en nuestro corazón, y todo lo demás vendrá por añadidura.

Las señales de Dios son las de su amor a todos los hombres (4,10: «el secreto del Reino»); ellos, en cambio, piden una señal de poder en favor de Israel y en contra de los paganos. No conciben un Dios que no discrimine entre los pueblos.