Reflexiones Bíblicas
San Marcos 10,28-31
Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J  

 

 

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros."



COMENTARIOS

Pedro se hace portavoz del grupo; no se conforma con el principio enunciado por Jesús; quiere saber qué les va a tocar a ellos. Atribuye al grupo dos méritos: haberlo dejado todo, que responde a la verdad (1,18.20) y haber seguido siempre a Jesús, que, como se ha ido viendo a lo largo de los episodios precedentes, no responde a la verdad: acompañan a Jesús materialmente, pero las actitudes del grupo están muy lejos de las de él (8,32; 9,10.32.34; 10,13).

Por eso, la respuesta de Jesús no se refiere en particular al grupo de discípulos (seguidores procedentes del judaísmo), sino a cualquier seguidor que lo abandone todo para manifestar su adhesión a él y dedicarse a la propagación del mensaje. En el Reino o sociedad nueva no habrá miseria, sino afecto y abundancia para todos, pero sin desigualdad ni dominio; en efecto, comparando las dos enumeraciones que hace Jesús, la de lo que el seguidor deja y la de lo que encuentra, se advierte que en la segunda se omite la mención del padre, figura de la autoridad. Como se trata de la etapa terrena del Reino, todo eso se verificará en medio de la hostilidad de la sociedad (entre persecuciones); y esos seguidores, por supuesto, heredarán la vida definitiva.

Termina la sección con un colofón que sintetiza los episodios anteriores: no se puede pertenecer al Reino o comunidad de Jesús conservando un protagonismo y superioridad social basados en el poder y prestigio de la riqueza, como en el caso del rico que se acercó a Jesús. En la comunidad todos han de adoptar la actitud de Jesús, la de hacerse «último de todos (no buscar preeminencia ni protagonismo) y servidor de todos (traducir el seguimiento en servicio)». De ahí el dicho de Jesús: Todos, aunque sean primeros (caso del rico), han de hacerse últimos, desprendiéndose de lo que lo hace «primero» (10,21; cf. 9,35). No se puede entrar en el Reino manteniendo una posición (cf. 10,21.23-35) que crea dependencia dentro del grupo. Ahora bien, todos esos que se hacen últimos serán primeros, pues su opción (renuncia a la ambición y práctica del servicio mutuo) creará para todos igualmente una comunidad de amor y abundancia (cf. 10,29s).

Es decir, el progreso de la comunidad no está en la existencia de mecenas o protectores que, desde una posición de privilegio, compartan su riqueza con ella, creando una humillante dependencia e inevitable jerarquía, sino en la labor común de todos como iguales, sin estridentes diferencias de nivel, creando así entre todos una comunidad fraterna plenamente solidaria y próspera.