Reflexiones Bíblicas
San Mateo 9, 14-17Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de
Juan a Jesús, preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo
y, en cambio, tus discípulos no ayunan?"
Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el
novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces
ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque
la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres
viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se
estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se
conservan."
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La promesa de parte de Dios Padre para la humanidad es inquebrantable y se
constituye en real posibilidad de un mejor mañana para el ser humano. El
problema radica en que nosotros nos cerramos a esa posibilidad y seguimos
privilegiando estructuras, personas, ideologías, que en vez de abrirnos las
puertas a un mañana mejor nos las cierran, y de paso se las cierran a las
generaciones venideras. Jesús, en el pasaje evangélico de hoy, nos señala una
exigencia concreta a sus discípulos, y es la de tener la capacidad de ser odres
nuevos para recibir el vino nuevo que implica la ley del Amor. Es decir, nos
exige abandonarnos completamente en Él; hacer de la persona de Jesús y de su
Buena Noticia para nosotros el centro de nuestras vidas; que no le profesemos
simplemente de labios; que realmente lo demos a los demás vivo y presente en la
Iglesia y la sociedad por medio de nuestras actuaciones. No esperemos a que sean
otros los que construyan una mejor sociedad para nosotros desde los valores del
Evangelio; más bien seamos nosotros los primeros en participar de esta
construcción y generar en otros la semilla del reino de Dios.