Reflexiones Bíblicas
San Mateo 16, 24-28

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venirse conmigo, que se niegue s sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recuperarla?

Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad."

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Jesús se dirige a los discípulos para exponerles las condiciones del seguimiento. «Venirse conmigo» indica el acto de adhesión inicial que luego continuará en el seguimiento. Las condiciones que va a exponer Jesús muestran que el destino del discípulo es el mismo del Mesías. Son dos esas condiciones: «renegar de sí mismo» y «cargar con la propia cruz». «Renegar de sí mismo» significa renunciar a toda ambición personal y es una nueva formulación de la primera bienaventuranza, «elegir ser pobre»; «cargar con la propia cruz» significa aceptar ser perseguido y aun condenado a muerte por la sociedad establecida, y equivale a la última bienaventuranza: «los que viven perseguidos por su fidelidad». Cumplir estas dos bienaventuranzas constituye la esencia del discípulo; son los «mandamientos mínimos» que ningún discípulo puede dejar de cumplir (5,19).

Nótese la estructura del pasaje. Jesús expone las dos condiciones para seguirlo (v. 25). A continuación propone tres argumentos (vv. 25.26.27), probando con ellos que sus condiciones, aparentemente tan duras, son las únicas sensatas:

-para poner a buen seguro la vida hay que perderla, pues "sólo queda lo que damos".

-ganar el mundo entero no sirve de nada si perdemos la vida.

-el Hijo del hombre tendrá en cuenta esa entrega generosa de la vida por amor a los demás.

La verdadera realeza del Hijo del hombre se muestra claramente en el trono de la cruz. Ser rey no es dominar y oprimir, sino servir hasta la muerte, si es preciso, único camino para dar y engendrar vida.