Reflexiones Bíblicas
San Mateo 23, 23-26

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!

Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.

¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpio también por fuera."

COMENTARIOS

Denuncia Jesús cómo letrados y fariseos aparentan una pretendida fidelidad a Dios hasta en lo mínimo, mientras omiten lo esencial, el amor al prójimo, explicitado en «justicia, buen corazón y lealtad».

«Esto... dejarlo»: sólo esta traducción literal da el sentido de las palabras de Jesús, que establecen una oposición entre lo obligatorio y lo secundario. Lo primero se enuncia con frase afirmativa; lo segundo, con negativa. Los puntos suspensivos marcan la oposición. «No dejarlo»: Jesús no se dirige a sus discípulos, sino a los fariseos, que se consideraban obligados al diezmo por estar prescrito en la Ley de Moisés.

Su ceguera expresa una perversión religiosa total («tragarse e] camello y filtrar el mosquito»).

La denuncia: no solamente omiten lo esencial, sino que su actitud es contraria a toda justicia. Son malvados, aunque por fuera presenten una apariencia respetable. En esto está su principal hipocresía. La invectiva se dirige sobre todo a los fariseos, que profesaban la más estricta observancia de la Ley. Su prurito de pureza es una ficción; ésta no depende de ritos exteriores, sino de la disposición del corazón (cf. 15,11.18-20; 5,8), y el interior de letrados y fariseos es profundamente impuro. Es inútil querer estar limpios por fuera sin estarlo por dentro: la suciedad interior se transparentará y se hará visible, porque el árbol se conoce por sus frutos (7,17-20; 12,33).