Reflexiones Bíblicas
San Mateo 23, 27-32

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas!" Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!"

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Culminando la secuencia de remecedoras diatribas que Jesús lanzó en su momento contra escribas y fariseos, san Mateo recoge finalmente el gráfico apelativo de "sepulcros blanqueados" con que los motejó por la tremenda secuela de sus hipocresías, incluso criminales. La violencia de sus términos llama la atención, y es aplicable no sólo a los fariseos y escribas, sino a todos quienes conformarían después nuestras comunidades cristianas extendidas por el mundo. Jesús compara a escribas y fariseos con sepulcros blanqueados, hermosos por fuera y llenos de huesos y podredumbre por dentro. Se muestran profundamente religiosos, pero planean asesinarlo como sus antepasados hicieron con buena parte de los profetas. El cristiano no puede convertirse en simple actor de prácticas religiosas externas. Su justicia y caridad no pueden quedarse en las palabras sin afectar hasta las actividades más sencillas y domésticas del vivir cotidiano. Ser cristiano implica ser coherente no sólo en los momentos de la práctica religiosa. Ha de ser una forma de vida que impregne cada una de las actividades del creyente. Que nuestras palabras y obras broten de una profunda experiencia del Resucitado, y no de una mera confesión verbal de nuestro credo. El Señor es misericordioso con las debilidades humanas, pero no tolera la hipocresía.