Reflexiones Bíblicas
San Mateo 25, 14-30Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta
parábola: "Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó
encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a
otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco
talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió
dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno, hizo un hoyo
en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a
ajustar cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le
presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he
ganado otros cinco". Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y
cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al
banquete de tu señor". Se acercó luego el que había recibido dos talentos y
dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos". Su señor le
dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo
poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor".
Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que
eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve
miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo". El señor le
respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán; ¿conque sabías que siego
donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero
en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses.
Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará
y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese
empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y el
rechinar de dientes"".
COMENTARIOS
«Hermanos míos, hasta este momento, no hemos hecho nada todavía: comencemos,
pues, desde hoy». San Francisco es a él mismo a quien dirigía esta exhortación;
humildemente, hagámosla nuestra. ¡Es verdad, no hemos hecho todavía nada o muy
poca cosa! Se pasan los años sin que nos preguntemos qué es lo que hubiéramos
podido hacer; ¿no hemos encontrado nada para modificar, para añadir o suprimir
en nuestra conducta? Hemos vivido sin preocupaciones, como si no tuviera que
venir nunca el día en que el Juez eterno nos llamará para presentarnos delante
de él, y en el que deberemos dar cuenta de nuestras acciones y de lo que
habremos hecho de nuestro tiempo.
No perdamos nuestro tiempo. No dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy: los
sepulcros están llenos de buenas intenciones; y por otra parte ¿quién puede
asegurar que mañana todavía viviremos? Escuchemos la voz de nuestra conciencia;
es la voz del profeta: «¿Escucharéis hoy la voz del Señor? No cerréis vuestro
corazón» (Sl 94, 7-8).
No posemos más que el instante presente: velemos, pues, y vivámosle como un
tesoro que se nos ha confiado. El tiempo no nos pertenece; no lo malgastemos.
San [Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino